¿Por qué trabajaría con Sky Rojo en mi clase de ESI (Educación Sexual Integral)?

 

Por Lu Mazzotta*

El domingo a la noche prendí la televisión para ver Sky Rojo. Por si no la vieron, es un triller de Netflix que quiere contar la historia de tres prostitutas que escapan de un burdel y de “esa vida” de violencia y abusos y atraviesan adversidades a las que responden con valentía y coraje. En verdad, no quería verla. Me cuesta mucho engancharme con series y ésta había sido muy criticada por referentas del feminismo. ¿Para qué? Mejor ahorrarme el disgusto.

Pero me convencieron: a dos semanas de su estreno continuaba liderando el primer lugar en el ranking de Netflix y su estilo buscaba seducir a un público adolescente/joven. Como soy docente la miré para saber “en qué andan” lxs pibxs. Me gusta estar al tanto de las cosas que miran para que se interesen en las actividades que planifico. Así disfruté Sex Education y algunas “Batallas de Gallos” de Wos y Trueno.

Preparé una picada con las sobras del almuerzo familiar y encaré Sky Rojo: 8 capítulos, 20 minutos cada uno ¿Cuán terrible podía ser? A pocos minutos de empezado el primer capítulo estaba muda de la angustia: cuerpos hegemónicos hipersexualizados, mujeres estereotipadas y ridiculizadas, violencia sexual y física, humillaciones, vejaciones, sufrimiento y dolor. Otra vez la tele me cacheteaba sin previo aviso.

Sin ánimos de cancelar o censurar a Sky Rojo creo que es urgente que nos hagamos algunas preguntas: ¿Qué imágenes muestra a su público adolescente? Es decir, ¿Qué modelos de mujer? ¿Qué masculinidades? ¿Y cuáles silencia o elige no mostrar? ¿Cómo aparece el deseo en la serie? ¿Y el placer? ¿Quiénes gozan? ¿Cómo? ¿Quiénes sufren? ¿Por qué? “Netflix busca entretener, no educar” me dirán y coincido, en parte. Pero acaso el covid-19 y las escuelas encuarentenadas ¿no nos enseñaron que las pantallas también educan?

Los contenidos que circulan a través de las redes, los videojuegos, las plataformas digitales son vehículo para la reproducción de desigualdades y estereotipos de género. Los estereotipos son las creencias que comparte una sociedad sobre las características que tienen y deberían tener los distintos grupos. Los estereotipos de género son estas ideas compartidas sobre lo femenino y lo masculino. Afectan a las personas representadas directamente pero también a aquellas que quedan por fuera de esos modelos. Los aprendemos desde que nacemos y a lo largo de toda nuestra vida. Por eso, los “interiorizamos”, es decir que los incorporamos al sentido común y llegamos a verlos como naturales y obvios.

La serie Sky Rojo parece filmada a gusto y piacere de ese morbo machista que desborda el porno mainstream: mujeres sometidas, vejadas y humilladas para el goce de algún tipo. Incluso las escenas donde ellas dan pelea están sexualizadas. Trompadas y piñas protagonizadas por tacos y minifaldas, cuerpos contorsionándose sensuales bajo unas manos que los ahogan y ahorcan, tetas chorreadas de sangre de una mujer joven que agoniza. La violencia alimenta el morbo. La periodista de género Luciana Peker ya advirtió sobre el peligro de exponer y difundir imágenes que acaban calentando a los violadores. Como un bumeran que te vuelve en contra, más que sensibilizar sobre una violencia que nos mata, terminan generando el efecto opuesto.

Cuando falta Educación Sexual Integral, el porno y las pantallas son la escuela de la sexualidad adolescente. @tatiespanol milita por un sexo sin libretos ni mandatos: “El problema es que si vemos siempre lo mismo, creemos que es así siempre, para todes. Los actos, las poses, el orden, la duración, los sonidos pueden gustar, como no. Hay tantas sexualidades como personas en el mundo”. Con protagonistas esculturales (la morena, la rubia y la pelirroja, versiones televisivas de las muñecas Barbie), discursos de odio hacia los cuerpos no hegemónicos, guiños homofóbicos, roles de género fuera de este tiempo (hombres poderosos, mujeres sumisas) y más misoginia, el triller reproduce estereotipos y contrasta con la diversidad de identidades y sexualidades que vienen ganando las aulas en nuestras escuelas. Niñas que cuestionan la heterosexualidad obligatoria y se declaran enamoradas de sus amigas de curso, niños orgullosos que bailan en los pasillos frente a sus compeñerxs, niñas que sueñan con jugar en la primera de un equipo de futbol femenino en el Club Atlético River Plate.

¿Cómo es posible que esta diversidad escape a la lente de los realizadores de Sky Rojo? En la cresta de la ola feminista ¿Por qué se filma una serie que “atrasa” tanto en temas de género, derechos e igualdad? En Teoría King Kong Virginie Despentes apunta contra las películas protagonizadas por mujeres que siendo víctimas de violaciones, buscan una venganza “ultrasangrienta” y asesinan a sus torturadores. Son historias –dice- que cruzadas por la mirada cinematográfica de directores varones, no buscan comprender lo que ellas sienten sino, más bien, poner en escena su sensibilidad de varones en el cuerpo de una mujer. Contar cómo creen ellos que reaccionarían frente a la violación si estuviesen en el lugar de la mujer. Algo similar sucede con la trama de Sky Rojo. Por eso, es urgente que en el cine y la televisión los varones se limiten a hablar de los temas que conocen, y se hagan a un lado para dejar espacio para que mujeres, lesbianas, travestis y trans cuenten, ellxs mismxs, sus propias historias. Sólo así las juventudes accederán a historias más reales, sensibles, profundas y comprometidas y podrán construir sus sexualidades e identidades de manera libre. Sin mandatos, sin corsets, sin violencia.

No llevaría Sky Rojo a mi clase de ESI. Pero si lo hiciera, sería como una excusa para cuestionar y derrumbar junto con mis estudiantes los estereotipos de género y la violencia simbólica y para proponer juntxs escenas y protagonistas más libres, más justas y más deseables.

 

*Lu es antropóloga, feminista y parte del equipo de Emancipa Argentina

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