Por Laura Morel
@srta_lau
En la madrugada paraguaya de este jueves 20 de julio, en la lejana Nueva Zelanda arranca una nueva edición del Mundial de fútbol femenino, la novena de la historia desde aquella de 1991 que vio consagrarse a Estados Unidos. Entonces, fue un torneo con 12 selecciones y con China de anfitriona.
En la tercera edición (1999) subió a 16 selecciones participantes y en la penúltima (2015) a 24, hasta que la de este año llega al récord histórico de 32 y con ocho debutantes: Irlanda, Vietnam, Zambia, Haití, Marruecos, Panamá, Portugal y Filipinas. Paraguay, vale recordar, quedó a un partido de clasificar a su primer Mundial.
Pero más allá del nivel futbolístico, que a la vista está solo va en crecimiento, ¿qué podemos esperar de Australia-Nueva Zelanda 2023?
A juzgar por los últimos antecedentes y, sobre todo por el que tuvo a Estados Unidos y a la noruega Ada Hegerberg como protagonistas antes del Mundial del 2019, podríamos decir que muchas y válidas reivindicaciones.
Juntas contra todos
Cuatro años atrás, meses antes del campeonato que se jugó en Francia, las jugadoras de la selección estadounidense demandaron a su propia Federación por “discriminación de género”. En el documento presentado recordaron que, pese a que ambas selecciones cumplen con las mismas responsabilidades de representarlos, “a las jugadoras se les ha pagado sistemáticamente menos dinero” que a los jugadores, pese a que “a diferencia de los hombres” ellas “son campeonas del mundo”.
El pedido cobró fuerza luego de retornar con la cuarta Copa del Mundo en mano, pero aún así la disputa duró varios años. Y no fue sino hasta mayo de 2022 que las futbolistas lograron un contrato colectivo histórico que establecía la paridad salarial entre las selecciones masculina y femenina, entre otras mejoras.
Sola contra todos
Ada Hegerberg, la primera mujer en ganar un Balón de Oro, hizo personal la lucha por la igualdad al bajarse del Mundial de Francia. ¿El motivo? En protesta por las desigualdades entre el fútbol femenino y masculino, no solo a nivel salarial sino también en cuanto a preparación, logística, infraestructura y trato.

Ada Hegerberg, la primera mujer en ganar un Balón de Oro.
“El fútbol es el deporte más importante de Noruega para las niñas y lo ha sido durante años, pero las chicas no tienen las mismas oportunidades que los chicos”, decía. Y su ausencia, que para alegría de los amantes de su fútbol ya no se repetirá en este Mundial, valió la pena: la Federación noruega igualó los salarios entre las selecciones femenina y masculina.
Una revolución
Como reacción en cadena, en todo el mundo fueron dándose avances en cuanto a contratos, salarios y premios. Sucedió en Australia, donde se concretó de inmediato eso mismo por lo que luchaban las estadounidenses; sucedió en la Conmebol, que empezó a aumentar el monto de premios de sus torneos femeninos; sucedió en el fútbol paraguayo, que hoy exige 9 contratos profesionales por plantel; sucedió en Canadá, que recientemente vio a su selección femenina emular a EE. UU. y con apoyo de sus pares de la masculina convertirse en la 15ª selección en lograr la igualdad; sucedió en la FIFA.

Fanáticas apoyando el pedido de igualdad salarial al equipo femenino canadiense. (Photo by Patrick T. Fallon / AFP)
Para este Mundial, la entidad matriz del fútbol puso 152 millones de dólares, que incluyen premios, gastos de preparación de cada selección y compensación a los clubes que cedieron sus jugadoras. Por primera vez, cada futbolista recibirá 30.000 dólares por disputar la fase de grupos, mientras que sus selecciones, por esa misma instancia, cobrarán 1.560.000 dólares.
Apenas el 25%
Aún así, desde la anfitriona Australia levantaron la voz pidiendo igualdad de pagos a solo días del inicio del Mundial. Con su estrella Sam Kerr a la cabeza, las 23 seleccionadas emitieron un poderoso mensaje a través del sindicato de jugadores australiano. Resaltando el crecimiento del fútbol femenino, dejaron en claro que el premio que reparte la FIFA es apenas un cuarto de lo que repartió en el Mundial masculino de Qatar (440 millones de dólares).
“Aunque el premio ha avanzado, es apenas el 25% de lo que reciben los hombres y la FIFA está diciendo que eso es igualdad y aún no nos aseguran que haya igualdad”, dijo la excapitana de las Matildas, Kate Gill, a la agencia AP. La actual directora ejecutiva del sindicato rechazó además el argumento de FIFA de que los derechos de transmisión y patrocinadores contribuyen a la disparidad de pagos. “Tienen 4.000 millones en reservas, entonces pueden gastar dinero en igualar las cosas. Es un llamado a la atención y a las jugadoras entender que su poder está en lo colectivo y la solidaridad”, indicó.
Y si ese es el mensaje/llamado que ya llega desde la propia selección anfitriona, ¿cómo no esperar un Mundial con muchas reivindicaciones, con mujeres valientes y poderosas levantando la voz no solo por ellas sino por todas las futbolistas del mundo?
Australia-Nueva Zelanda 2023 promete fútbol del más alto nivel, sin lugar a dudas. Pero, sobre todo, ya nos anticipa que será la plataforma perfecta para visibilizar todo aquello que en el fútbol masculino todavía muy pocos se animan a visibilizar.