“Encontrarse entre mujeres puede cambiar la vida”

*Por: Fátima E. Rodríguez

 

Hace más de diez años, unas diez mujeres indígenas comenzaron a reunirse cada tarde para hablar sobre lo que les pasa, sobre sus derechos, sobre lo que pueden hacer por sus hijos. Así nació el “Comité de Mujeres Kuña Guaraní Katupyry” en la comunidad indígena Santa Teresita del distrito de Mariscal Estigarribia, en el departamento de Boquerón. Ahora, se reúnen tres veces a la semana. 

 

Las hermanas Teresa y María Dolores Atirillo forman parte de la vieja guardia. Las primeras. María Dolores es la que le pide a cada autoridad, cada visita, que escriba en el libro de actas lo que se habló en la reunión. «Acá recibimos a todos y les pedimos que escriban para qué vienen. Eso es nuestra memoria y también nos sirve para darnos cuenta cuánto avanzamos y cuánto retrocedemos», dice María Dolores. Ella tiene 72 años y mucha lucha por los derechos de las mujeres en su comunidad. 

 

«Tenemos nuestro local. Que mandamos a construir y es un lugar donde venimos las mujeres para conversar, para escucharnos, aquí venimos a compartir nuestras penas y nuestras alegrías. Hacemos pan por las tardes. Tres veces a la semana hablamos de nuestras necesidades, de qué podemos hacer, de nuestro trabajo y de todo un poco», cuenta en guaraní María Dolores. 

 

«Encontrarse con otras mujeres puede cambiar la vida.  No solamente nos ayudamos en algunos casos de enfermedad. También en algunos momentos cedemos nuestro espacio para niños y adolescentes para aprender sobre computación. Si hay alguna necesidad, este es nuestro lugar», cuenta otra participante,  Angela Fernández.  «Un día me invitó mi hermana y yo decía ¿Qué es lo que van a hacer ahí?. Pero me gustó y nunca más dejé la organización», recuerda. 

 

La casa es pequeña, pero acogedora. Tiene unas sillas y luz natural. Afuera una entrada de plantas conduce a la puerta. Las mujeres bromean y ríen en guaraní. 

 

«Queremos ser independientes. Tener ingresos propios. A veces, cosemos sábanas, almohadas, aprendemos cosas entre nosotras. Nuestras compañeras nos enseñan lo que saben hacer. El año pasado hablamos con mi hermana, Rosalina Fernández, porque ella todavía sabe hacer tapetes de hilo de lana de oveja», cuenta Marciana Fernández, que antes también se dedicaba a lavar ropas de algunos trabajadores de las estancias. Hasta hace poco, el transporte utilizado por muchas personas para movilizarse de un lugar a otro era el caballo. 

 

Trabajos realizados por las mujeres de “Comité de Mujeres Kuña Guaraní Katupyry”.

 

Santa Teresita es una comunidad ubicada en el distrito de Mariscal Estigarribia. Antes en esta zona sólo había un destacamento militar y algunas familias indígenas. El caballo también era un importante medio de transporte y Rosalina Fernández era quien hacía las “jergas”, un tapete de hilo de lana de oveja que sirve para proteger el lomo del caballo a la hora de colocar las monturas hechas de hierro y cuero. 

 

Rescatando los saberes

 

«Es ya difícil y casi ya no hay artesanas en nuestra comunidad que trabajen con materiales extraídos de la naturaleza, porque la materia prima está en escasez porque en los últimos tiempos hay demasiado calor» cuenta Ninfa Valdez, quien participó de las clases de Rosalina Fernández. «Me parece interesante rescatar los saberes de las mujeres y aprender juntas. Esto es lo que intentamos hacer en el Comité de Mujeres Kuña Guaraní Katupyry, además de buscar un ingreso para nuestras familias», cuenta Ninfa. 

 

Ninfa y Celsa Fernández también forman parte del comité.

Lucía Martínez tiene 54 años y cuenta que mediante las manualidades se busca no perder los diseños y aprender nuevas técnicas. A ella le gusta el crochet- 

 

Celsa Fernandez, tiene 60 años y el espacio es un espacio para el encuentro, para la conversación entre vecinas. «Acá conversamos sobre cómo podría haber una ley para favorecer a las mujeres indígenas», dice. 

 

En el 2023 intentaron sostener una huerta pero no prosperó. «Convivir con la falta de agua es una realidad que vivimos aquí. Aunque hemos logrado tener un sistema de agua potable también gracias a que las mujeres nos organizamos, alcanza para el consumo, pero no para la huerta», explica. 

 

Ingresos comunes que permitieron repuntar la organización

 

Desde que trabajamos con la Organización de Mujeres Indígenas Guaraní (OMIG) donde participamos en un espacio más amplio,  hicimos muchas cosas para intentar tener ingresos. «Gracias a que recibimos mediante el proyecto insumos como telas, hilos y otras cosas, logramos hacer un sistema de pequeño emprendimiento de la organización: hicimos sábanas, almohadas, fundas. La lógica era: hacer dos de cada creación, sean sábanas, ropas, fundas o cortinas y con cada cosa que se vendía, uno era para quien hacía y el segundo era para la organización. Entonces, lo que logramos es volver a tener electricidad en nuestro local. Ya que teníamos una deuda de casi 6 millones de guaraníes en electricidad en el local y logramos resolver esta problemática», cuenta María Dolores. 

 

«Esos ingresos fueron muy importantes  para nosotras, para nuestras familias. Pero ahora, necesitamos volver a tener los insumos, porque lo que ganamos, empleamos en pagar la electricidad y algunos arreglos y ayudar a alguna compañera enferma», explicó.

 

Intercambio con Mujeres de Bolivia

 

Desde la Guerra del Chaco(1932-1935), existen destacamentos militares en ambos países en esta zona de frontera. Sin embargo, las mujeres indígenas guaraníes, de Bolivia y de Paraguay,  se visitan, se encuentran, se capacitan en medio ambiente, en derechos humanos y se intercambian experiencias.Las mujeres indígenas contribuyen a la paz y la hermandad de los pueblos. 

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