Hablamos de los caminos alternativos que tomó dentro del arte y algunas vivencias significativas en los últimos proyectos que integró. Regina relata los últimos diez años de su vida desde donde conecta: la migración.
*Por Emilia Yugovich
Edición Juliana Quintana Pavlicich
Es 1999 y estamos en nuestra casa en el barrio Trinidad de Asunción. El violín de mi hermana resuena con el cuarto movimiento de la Sinfonía No. 5 de Beethoven. Le siguen un concierto para violín de Mendelssohn y otras piezas que ya no recuerdo. Yo registro esa tarde con una cámara filmadora pequeña, la conecto al televisor para jugar con las imágenes y hacemos como que ella está saliendo por TV. En poco tiempo voy a cumplir 16 años y ella 14.
Regina, se dedica a la música a tiempo completo. Empezó a estudiar violín a los seis años. Terminó sus estudios en Paraguay e integró orquestas como la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta de Uninorte, la Orquesta del Congreso y otros ensambles que la llevaron por distintos países. En 2014, viajó a Italia para estudiar violín barroco en el Conservatorio de Música Giuseppe Verdi, de Milán. Terminó una maestría en violín barroco en el Conservatorio Guido Cantelli, de Novara, y otra el Conservatoire Royal de Bruxelles, Bélgica con una beca Erasmus Master Exchange. Además de integrar varios proyectos como violinista, enseña violín en la organización Children in Crisis con sede en Milán y en la Internacional After School.
La carrera de violinista la llevó a pisar teatros muy conocidos, con su violín como una parte más de su cuerpo. El mes pasado lo hizo en La Scala, uno de los teatros de ópera más famosos de Europa, pero esta vez no fue con su instrumento, sino con un violín que fue hecho para la ocasión, elaborado con los restos de madera de embarcaciones que, cargadas de personas, llegaron (o en algunos casos no) a la costa italiana cruzando el mar mediterráneo.
Así como Regina, toda la orquesta tocó esa noche con instrumentos que fueron elaborados con los mismos restos. La Orquesta del Mar del proyecto Metamorfosis, se presentó con el objetivo de sensibilizar sobre la realidad de las personas que viven en contextos migratorios y las dificultades que atraviesan las personas para acceder a este derecho. Una experiencia que, según cuenta, le movió muchas cosas.
Ahora, ya hace ya mucho tiempo que no vivimos en el mismo lugar. Regina vive en Milán hace 10 años. Violinista, artista, profesora, migrante paraguaya, italiana, latinoamericana, sudamericana, son los lugares desde donde explora narrativas sobre sí misma. Algunas me las comparte a través de audios o llamadas de WhatsApp cuando intercambiamos noticias sobre nuestras vidas. A mi todavía me gusta dejar registro de todo, lo siento como una urgencia. Así que decidí entrevistarla.
- ¿Qué significa para vos migrar?
Yo pienso que migrar es un derecho y me parece algo natural del ser humano. En algunos casos como un impulso de buscar sobrevivir, mejorar tus condiciones de vida, expandirse, buscar un futuro que no te estaba pudiendo ofrecer tu país o el país en el que vivías, una esperanza. La migración para mí es eso, es esperanza, pero también te pone en una posición de vulnerabilidad, se pasa por muchas dificultades.
- Y vos, ¿por qué te fuiste?
Si bien es cierto que mi migración fue una elección, en cierta manera fue privilegiada, mis motivaciones fueron cien por ciento artísticas, no como algunas personas que migran en un contexto desesperado de supervivencia, yo simplemente sentía que quería crecer y que para eso me faltaban oportunidades, me faltaba tal vez un lugar en donde pueda expandirme. De hecho, migré otras veces y mi vida ya era bastante viajera. Por ejemplo, el último año que estuve en Paraguay vine por conciertos y becas como cuatro veces a Europa. Casi no estuve, y sentía que me estaba dedicando casi exclusivamente a la música barroca. Como estaba en Paraguay trabajando en la Orquesta del Congreso ya sentía que no eran sostenibles las dos cosas y, además, sentía un llamado urgente a una full immersion en la música barroca. Necesitaba meterme en eso y aprender en serio, ordenada y progresivamente. Quería meterme en el mundo que me estaba ya apasionando muchísimo y que, además, me estaba abriendo nuevas puertas al mundo y a una nueva cara de la música que me enamoraba. Me mostró un camino alternativo al de la música clásica normal y dije: Esto es lo que quiero hacer. Este es el mundo en el que resueno y ahí decidí a venir. Pensé que no iba a sentir mucho la distancia porque yo ya viví en Brasil antes y ese último año casi no estuve en Paraguay, pero obviamente fue muy diferente, fue la aventura de la vida.
- Son 10 años ya de aventura. Me imagino eso como un proceso, conocer de nuevo cómo funcionan las cosas, códigos culturales, integrarse, crear un entorno, un cotidiano ¿Hay algo parecido a las etapas de la migración en tu experiencia?
Sí, totalmente. Ahora pienso en el primer año y estaba muy perdida acá, no entendía nada, pero nada de nada. Además, llegás y no tenés nada, ningún departamento podíamos alquilar porque no teníamos trabajo, ni garante, pero de suerte se fueron dando las cosas, igual ese primer año fue llevadero porque todo era una novedad.
- ¿Estabas entusiasmada?
Claro, había muchísimo entusiasmo y eso duró unos cuantos años te diría. La primera etapa en la que todo es nuevo, el conservatorio me entusiasmaba muchísimo, los conciertos y estaba como algo saturada de tantas cosas que aprender. Más allá de la música. Experiencias como ir al banco, abrir una cuenta, sacar una tarjeta, todo era un estrés. En esos primeros años nos veíamos muchísimo con la comunidad paraguaya y latina del Conservatorio. Hacíamos fiestas, cenábamos, era bastante divertido. También las personas del conservatorio eran bastante amables y simpáticas. Pero aunque yo le ponía onda, era algo no me llenaba. Tal vez era yo misma la que no podía conectar del todo con las personas. Tal vez por estar siempre pensando en Paraguay. En ciertos círculos profesionales me sentía como introvertida y para mi eso era insólito, porque yo no era tímida en mi país. Creo que el problema tenía que ver con que yo no era la misma con el cambio de idioma. En esos primeros tiempos, yo no podía ser yo misma. En las pausas de la orquesta no sabía de qué hablar. Para mí es súper importante hacer bromas. Cuando quería hacer algún chiste y la gente no me entendía me frustraba, porque sentía que no hablaba bien aunque hubiera estudiado muchísimo italiano. Si hacía una broma, a veces no entendían, y eso con el tiempo me desgastaba bastante, me afectaba la autoestima. Tuve que acostumbrarme mucho tiempo a ser la que no sabía hablar bien y ponerle onda a eso, aprender a reírme de mí misma. En el conservatorio, todos los exámenes son orales y yo creía que hablaba bien hasta que me presenté a mi primer examen. La profesora me dijo que no podía presentarme con un italiano “de calle”. Ahí aprendí que hay que preparar los exámenes de una cierta manera, fui aprendiendo. Era muy agotador siempre. Yo pensaba: “Dios mío, en Paraguay yo era genial, ¡jajaja! o al menos la gente se reía de mis chistes. Me pasó también algo que me hizo sentir discriminada por ser latinoamericana.
- ¿Qué te pasó?
Tenía un profesor en el conservatorio, era profesor de armonía, en su clase éramos cuatro chicas extranjeras: una peruana, una rumana, una estadounidense y yo; y este profesor que, decía que inglés era un idioma muy bello, hacía muchísima diferencia entre ella y el resto del grupo, pero sobre todo conmigo y mi compañera peruana,. Recuerdo que una vez en clase, cuando ella y yo estábamos hablando, para llamar nuestra atención, nos dijo: “¡Bueno! ¡Ustedes ahí que no sé en qué idioma hablan!” Nunca quiso saber de donde yo venía.
- ¿Hay algún punto desde que llegaste hasta ahora en el que dejaste de sentirte tan extraña?
Sí, fue mejorando con los años. Empecé a sentirme más confiada y como más canchera, cada año mejora, creo. Cuando entendés mejor cómo funciona el país, cuando adoptás jergas a tu vocabulario y cuando vas entendiendo el tipo de humor vas creando una nueva identidad. Me tomó muchísimo tiempo sentirme yo, aunque también es maravilloso sentirme cambiada. Para elaborar todo el tema de la migración, entre otras cosas, a mi me ayudó bastante hacer terapia y hablar con amigues que pasan por lo mismo.
- Alguna vez me hablaste de la existencia de un duelo migratorio y me pasaste algunos podcast en los que hablan de eso, ¿vos qué decís?
Yo no conocía eso hasta el año pasado cuando empecé a leer y entendí todas las sensaciones por las que pasé, todo lo que viví. Esta idea de romantizar el nuevo país al inicio, pero a la vez sintiendo una montaña rusa emocional. Luego la etapa del desgaste, viene la frustración. Algunas veces te sentís nadie, invisible, ninguneada, como el caso de este profesor. Por suerte, una va armando una red de personas que te salvan emocionalmente, te dan apoyo, te invitan a sus vidas y te incluyen en sus familias. Cuando empezás a aprender modismos y cosas así vas ganando las herramientas para ser vos misma otra vez, o una nueva versión tuya. A la par, creo que vas creando una nueva identidad porque obviamente ya no soy más la Regina de Paraguay, ahora soy la Regina migrante-paraguaya-italiana, pienso que ese es el tema con la migración, te volvés migrante y ya nunca más dejás de serlo, esa es tu nueva ciudadanía. En mi caso, veo la migración como una experiencia que te atraviesa y te transforma. Leí algunas cosas que dicen que, en algunos casos, el duelo termina con el rechazo a tu lugar de origen. Yo no creo que eso me pase, con mis amistades siempre hablamos del Latam Pride, jajaja, somos latinos orgullosos, somos muy resilientes y no perdemos la capacidad de ser tragicómicos. Creo que la migración sólo es enriquecedora si no te olvidás ni dejás de lado las cosas buenas e increíbles de tu propia cultura.
- Y hablando de eso, obtuviste la ciudadanía italiana hace poco, ¿cómo te sentiste?
En realidad, cuando me avisaron fue un trámite más pero es algo bueno porque, burocráticamente, tu vida se vuelve más fácil y me di cuenta que era importante porque tuve una ceremonía de juramento ¡jajaja!, pero por suerte la jueza a cargo de la ceremonía me ayudó a vivir todo eso con mucho humor. Es importante porque ingresé a los archivos del estado italiano como una ciudadana más y nos sacamos la foto con la bandera y todo eso. Pero además de eso no es que me convertí en italiana de la noche a la mañana, yo soy paraguaya y para siempre mi identidad acá es extranjera. Obviamente, me adapté y me “italianicé” en muchísimas cosas, le tomé un cariño enorme a este país y aprendí a hacer bromas.
- Ahora ya sos simpática…
¡Jajaja! Sí! hago muchas bromas y me da muchísima satisfacción, cuando la gente se empezaba a reír de mis bromas yo pensaba: “lo estoy logrando”.
- Bueno, Regina en La Scala, para mí, y creo que para mucha gente, es definitivamente un hito en tu carrera. ¿Cómo viviste eso? ¿Es una meta alcanzada?
Sí, muy sinceramente, no llegaba a procesarlo del todo hasta antes del primer ensayo. Sí venía hablando con algunas personas porque pensaba, ¡guau! Voy a participar de un proyecto súper importante. Más que por el teatro, en ese momento, era porque me resultaba todo un misterio el hecho de tocar con un violín creado a partir de barcos de migrantes, que fue construido por los presos de una ciudad cerca de Milán que se llama Opera. Eso ya me parecía increíble y me generaba mucha intriga saber cómo iban a sonar esos instrumentos, porque el concierto tenía un repertorio delicado, difícil. Los solistas eran impresionantes: Mario Brunello, Giovanni Sollima y Sergej Krylov, y son muy reconocidos internacionalmente. Yo venía elaborando sobre todo eso, y me acuerdo que estaba hablando con mi terapeuta, sobre qué mensaje o lección será que me envía el universo con todo esto de tocar con un instrumento que hizo ese viaje en el mar. Por otro lado, este año empecé a enseñar en Children in Crisis, donde tengo alumnos de todos lados, algunos incluso son refugiados de guerra. Muy fuerte. Son pre adolescentes, una edad super delicada. Entonces, todo eso me venía ya moviendo emociones. Al mismo tiempo, también porque me suelo plantear muchas cosas desde mi lugar de migrante. Y todo esto, encuadrado en el escenario de un teatro tan importante como La Scala, obviamente hizo que para mí tenga una carga especial. Me sentí muy afortunada.
- ¿Cómo ves a la Regina que salió de Asunción 10 años atrás? ¿Hay algo de ella todavía?
Yo me imagino que algo sí, algo de mi esencia debe seguir ahí, pero me veo como una persona muy lejana. Esa es la verdad. Me veo no a diez sino a cien años de distancia.
- Y cuando venís acá, ¿cómo es?
Cuando voy a Paraguay es increíble porque, en mi caso, lo que pasa con los años, es que tiendo a romantizar mucho el país de origen. Ahora tengo la tendencia a romantizar Paraguay, el olor, el aire húmedo, los árboles, las personas. La gente es re dulce en Paraguay, ahí se activan un montón de cosas, pero también tiendo a romantizar las cosas caóticas y random del país. Visitar Paraguay es una euforia, el problema es que cuando vuelvo. Tengo crisis un mes por ahí, porque es lejos, es super lejos, y el tema de estar lejos de mi familia siempre me pesa. No es fácil ir porque al volver me esperan siempre planteamientos como ¿qué estoy haciendo?, ¿por qué estoy acá? Me desespera el paso del tiempo. Esos son mis problemas con la migración, no saber si voy a volver y eso es súper difícil de procesar. Yo creo que para la mayoría de las personas que dejan su país es súper difícil el no saber si vas a volver, y a la vez, sé que también es muy difícil vivir el día a día en Paraguay. Ahora tal vez me cuesta ver eso porque estoy lejos pero veo las noticias y pienso lo duro que debe ser estar ahí. Me pareció muy preocupante la destitución de Kattya González, una senadora con más de cien mil votos. Para mí, ella era una de las personas que representaba la denuncia. Entonces, de verdad pienso que debe ser duro trabajar día a día para cambiar esas cosas y que no se vea un avance. Parece que seguimos en una dictadura que no termina nunca.
- ¿Cómo sentís que este proceso migratorio atravesó a la Regina violinista?
Mis referencias cambiaron totalmente. Mis referencias artísticas, por ejemplo. También tuve otros accesos: profesores, experiencias y orquestas de primera. Entonces, obviamente, la vara subió mucho porque este es un país con una altísima producción de artistas. La competencia es muy alta, y me parece que este proceso atravesó tanto a la Regina violinista como a la Regina persona, volviéndola más flexible, más humilde, más resiliente y amplia. Al final, resulta una experiencia muy transformadora.
- ¿Existe alguna brecha de acceso a ciertos espacios con las mujeres en ese mundo?
Yo creo que, en general, hablando de música clásica, todavía las mujeres estamos en proceso de empoderamiento. Pienso que no se puede decir que ya estamos en condiciones de igualdad. Yo veo hasta en pequeñas cosas todavía. La orquesta es algo muy jerárquico, y suele pasar que cuando hay una mujer que está al mando, ya sea directora o primer violín, la gente, hombres y mujeres, se permiten cuestionar más sus decisiones. Por ejemplo, si es una mujer se permiten decirle: ¿Estás segura que vas a hacer así esto?, y me parece que eso pasa mucho menos con los hombres. Hay cargos en la música clásica que todavía están en su mayor parte ejecutados por hombres. Por ejemplo, la figura del director de orquesta todavía es una cosa muy masculina. Está cambiando, las mujeres van ganándose su espacio. En Paraguay también están re tomando la batuta las mujeres y me parece increíble, en la composición musical también. Acá me tocó formar parte de grupos exclusivamente de mujeres que buscan crear un espacio de mujeres que se apoyen entre sí. Por ejemplo, voy a tocar en Madrid con Thaleia Ensamble dirigido por Angela Lobato, que además es amiga mía, ella se dedica a rescatar obras de compositoras olvidadas y también hace las ediciones. Está moviendo un montón de cosas. Ya grabó un disco, y su meta principal en la vida es redescubrir obras de mujeres. Otra experiencia que me gustó muchísimo fue tocar en Innsbruck, un oratorio de Vivaldi que se llama Juditha Triumphans sobre la historia de Judita que decapita a Holofernes ¿te acordás del cuadro de Artemisia?
Hace unos años, Regina me contó la historia de Artemisia Gentileschi, pintora del S. XVI. Me dijo que estaba formada en la escuela de Caravaggio y que fue abusada sexualmente por su maestro, el pintor Agostino Tassi, y que, como el status de su familia le permitió denunciar el hecho llegaron hasta un juicio, uno de los primeros de los que hay registro en la historia sobre abuso sexual, según le habían enseñado en clases. Me dice que su obra está atravesada por ese hecho, y que su pintura, Judith decapitando a Holofernes, es la más conocida en ese sentido.
- Sí, me re acuerdo
Ahí se hizo una puesta en escena totalmente femenina. No hubo hombres en escena, solo algunos en la orquesta pero el resto todas mujeres: coro de mujeres, mujeres solistas, hasta los roles de hombres fueron hechos por mujeres para dar un mensaje político fuerte. Me llamó la atención que, a diferencia de cómo nos educaron, que las mujeres tengamos que competir entre nosotras. Ahí se vivió un atmósfera de cooperación y apoyo total entre las solistas, una armonía inusual y eso me gustó muchísimo. Creo que todo el mundo sintió lo mismo. Son conquistas necesarias para ir cambiando los paradigmas, pero me parece que esas experiencias se dan también cuando las mujeres somos conscientes de que no queremos autoboicotearnos.
* Las declaraciones de la entrevistada han sido editadas con el objetivo de mejorar la claridad y facilitar la comprensión para les lectores.
Kuña mbarete ha’e @reginayugovich, como hija de inmigrantes que soy, se del desgarro, de la esperanza, que significa hechar raices en tierra ajena, que terminan de adoptar como propia todo inmigrante.
Fantástica entrevista ! Orgulloso de mis hijas .
Hola… me gusto un montón saber sobre la vida de mi compañera de Orquesta Regina… abrazos y fuerzas para Regina.
Hermoso. Qué linda entrevista. Gracias por compartir esta experiencia de migración. Yo también estoy en Italia y me siento muy identificada con la experiencia de Regina, y ya eso es sanador y nutriente.
Saludos!
Muy interesante el reportaje y admirable la carrera y las transformaciones de Regina. Los migrantes sentimos como dice la canción ” … no soy de aquí, no soy de allá …”