Bioemprendimientos, un camino hacia la libertad

En el Chaco paraguayo, las mujeres —indígenas y latinas— encontraron en los bioemprendimientos una llave para abrir caminos de independencia económica, cuidar el medio ambiente y garantizar medios de vida dignos para sus familias. A través de capacitaciones, organización y alianzas estratégicas, sus manos ya no solo producen: también venden, negocian y se hacen un lugar justo en el mercado.

 

*Por Noelia Díaz Esquivel / @noediazesqui 

 

Cuando una mujer siembra, no planta solo semillas porque lo que cosecha es futuro. Así empieza la historia de cientos de mujeres que, cansadas de que sus saberes queden invisibles, deciden emprender.

 

Bajo estas consignas, la organización Pro Comunidades Indígenas (PCI) puso manos a la obra diseñando y ejecutando un ambicioso proyecto para las mujeres chaqueñas. El objetivo fue crear oportunidades económicas sostenibles que respeten la naturaleza y fortalezcan la autonomía femenina.

 

Primero producir, después aprender cómo vender lo que producís. Y ahí entró el marketing digital. Se crearon ferias, pero vender tampoco era suficiente. Había que llegar al mercado de verdad”, cuenta Cintya Martínez, de PCI.

 

Cintya Martínez, técnica de Pro Comunidades Indígenas PCI. Fotografía: Leo De Blas.

 

 

El plan se puso en marcha en 2023, acercando capacitaciones en contabilidad básica, marketing digital y herramientas audiovisuales. Aprendieron a calcular costos reales, a poner precio justo a sus productos, ingresaron al sistema bancario para evitar pérdidas en comisiones abusivas. Varias ya tienen su cuenta bancaria, su factura propia y hasta accedieron a créditos para crecer.

 

Taller de capacitación en contabilidad básica, llevado a cabo en Maria Auxiliadora, distrito de Fuerte Olimpo, Chaco. Fotografía: gentileza PCI.

 

Diversidad de rubros, un mismo objetivo

 

En cada territorio se identificaron rubros distintos, siempre ligados al entorno. Apicultura y meliponicultura para aprovechar la miel de abejas nativas, horticultura y avicultura, donde descubrieron que procesar los productos genera mayor ganancia. Artesanía, gastronomía, animales menores y pesca, según las posibilidades de cada comunidad.

 

Exposición de productos durante la 2da FERIA PROVINCIAL DE LA MELIPONICULTURA, realizado en la ciudad de Capioví, provincia de Misiones, Argentina. Fotografía: gentileza PCI:

 

Lo importante no fue solo diversificar, sino fortalecer cada organización y la solidaridad entre mujeres. Antes competían entre ellas, creyendo que poniendo precios más bajos que la vecina, iban a salir ganando. Efectivamente vendían más rápido, pero con pérdidas. Hoy acuerdan precios justos y se apoyan mutuamente: si una no tiene producto, otra le presta. Después, cuando vende, devuelve, según explica Cintya. Una red de sororidad que asegura que todas ganen. Con las capacitaciones vimos que crecer como asociación también es apoyarse para que cada una tenga las mismas oportunidades”, resalta.

 

Bancarización y precios justos: aprender a valorar el trabajo

 

Uno de los grandes aprendizajes de las mujeres fue poner en números su propio esfuerzo. Antes, muchas vendían sus productos sin calcular realmente cuánto invertían en semillas, en alimento para los animales, en transporte o en su propia mano de obra. Así, terminaban vendiendo barato y perdiendo dinero sin darse cuenta.

 

Con las capacitaciones en contabilidad básica aprendieron a registrar gastos e ingresos, a calcular cuánto cuesta producir un kilo de miel, criar una gallina o elaborar una artesanía. Y desde ahí, a fijar un precio justo, que cubra los costos y deje una ganancia que valga su trabajo. 

 

Taller de bancarización en Alto Paraguay. Fotografía: gentileza PCI.

 

La otra pata fundamental fue la bancarización. Hasta hace poco, muchas recibían pagos en giros o incluso en mercadería, perdiendo hasta un 10% de lo que les correspondía. Hoy, gracias al apoyo de WWF – Paraguay que articuló para que las capacitadoras del Banco Nacional de Fomento (BNF) lleguen a sus territorios, tienen cuentas bancarias propias, tarjetas y hasta acceso a créditos. Eso les permite cobrar directamente lo que venden, sin intermediarios, y manejar su dinero con más seguridad y autonomía. Con estas herramientas, las mujeres ya no solo producen: también son empresarias, capaces de decidir, negociar y proyectar su crecimiento.

 

Formalización y salida al mercado

 

El salto cualitativo fue la formalización. Asociaciones de mujeres y grupos de jóvenes apicultores registraron su producción, crearon logos y etiquetas propias, fortalecieron su imagen. Ahora venden como productoras organizadas, con más credibilidad en el mercado.

 

Después de estas capacitaciones hay varias emprendedoras que hicieron su factura propia, tienen su cuenta bancaria y hacen pagos electrónicos. Son súper cool, ya están en otro nivel”, dice Cintya con una sonrisa orgullosa. Ese proceso cerró el círculo: producir, vender y cobrar de forma justa. Lo que antes se perdía en manos de intermediarios o giros con comisiones, hoy queda en las manos de las productoras.

 

Taller de capacitación en marketing digital y videográfico para apicultores, docentes y jóvenes de la comunidad María Auxiliadora, distrito de Fuerte Olimpo, departamento de Alto Paraguay. Fotografía: gentileza PCI.

 

El apoyo del proyecto Voces para la Acción Climática Justa (VAC) fue decisivo para consolidar este camino. La cooperación posibilitó el financiamiento de capacitaciones, acompañó procesos de organización y facilitó la llegada de servicios financieros a comunidades alejadas, donde antes era impensable que el BNF habilitara cuentas.

 

Gracias a ese empuje, más de 12 asociaciones de mujeres y 6 de apicultores fortalecieron sus capacidades, y decenas de emprendedoras lograron insertarse en el mercado con mayor seguridad y autonomía.

 

En el Chaco, donde la sequía parece eterna, hoy florecen mujeres que tejen dignidad con sus manos. Cada bioemprendimiento es un canto de libertad. Una mujer que logra vender su miel, su gallina o su artesanía, está asegurando alimento, educación y futuro para su familia.

 

Porque cuando una mujer emprende, no se enriquece sola: enriquece a toda su comunidad. Y en esa red solidaria, hecha de raíces y alas, crece la esperanza de un Chaco con igualdad, dignidad y vida plena.

 

*Edición: Mónica Bareiro @monibareiro

 

 

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