Por Emancipa Chile
Tres horas de debate presidencial. Ciento ochenta minutos para que, quienes aspiran a gobernar Chile, nos dijeran qué piensan hacer por las mujeres. Spoiler: la mayoría desperdició la oportunidad. Y no es que les faltara tiempo, porque sobró para hablar de otros temas y para tirarse palos entre ellos, cosa que a nadie le importa. Lo que faltó fue voluntad, conocimiento y seamos honestas, un mínimo de vergüenza.
Porque resulta que, en 2025, en un país donde las mujeres somos más del 50% de la población, tres candidatos —Kast, Artés y Mayne-Nicholls— simplemente no mencionaron a las mujeres. Ni una vez. Como si no existiéramos. Como si nuestras problemáticas fueran un detalle menor, un tema de nicho, algo que no amerita ni treinta segundos de sus propuestas presidenciales.
La organización del debate tampoco ayudó. Fue sólo, gracias a la periodista Soledad Onetto, que se hicieron algunas preguntas directas sobre el tema. Sin ella, probablemente hubiéramos tenido tres horas de debate sin que nadie dijera “mujer” salvo para mencionar a sus madres.
Los que lo intentaron
Marco Enríquez-Ominami: el único que habló de violencia de género
MEO se llevó una estrellita, y no porque la competencia fuera feroz. Propuso una reforma previsional con bono para cuidadoras y mujeres jefas de hogar, reconociendo las lagunas previsionales que enfrentamos, por dedicar años al cuidado no remunerado de niños y niñas, personas mayores o con discapacidad. Fue, además, el único candidato que mencionó la violencia de género y reconoció que no se ha avanzado en erradicarla.
¿Es revolucionario? No. ¿Es el mínimo básico que deberíamos esperar? Sí. Pero en este debate, hasta el mínimo básico fue escaso.
Jeannette Jara: la que sí sabe de qué habla
Jara también se ganó una estrellita pero no habló de las propuestas que tiene en su programa. Sus dos intervenciones, fueron en respuesta a MEO y Kaiser. Ella, demostraró un conocimiento profundo de las problemáticas de las mujeres, y ese tipo de conocimiento no se inventa en una campaña, sino que se construye trabajando sobre el tema y, por supuesto, siendo mujer.
Jeannette felicitó a Ominami por su propuesta del bono para lagunas previsionales y luego soltó la bomba; y recordó que en la reforma previsional aprobada en enero de 2025, ese bono ya estaba contemplado y hoy sería Ley ¿Qué pasó? Los parlamentarios de Kast, Kaiser y Matthei votaron en contra. Es decir, Jara ya buscó soluciones para este problema, pero la derecha las bloqueó en el Congreso. Pensamos que es un poco conveniente que ahora, algunas candituras, descubran la preocupación por las cuidadoras ¿no?
Su respuesta a Kaiser también fue impecable. Explicó, cómo su propuesta de condicionar la PGU, afectaría a 700.000 mujeres que reciben pensión básica solidaria, muchas de ellas cuidadoras que nunca tuvieron trabajo remunerado formal. Jara, entiende algo fundamental, las mujeres no somos sólo madres, y en las políticas públicas no pueden tratarnos como si lo único que nos define es nuestra capacidad reproductiva.
El trío que preocupa por lo que hablan: Parisi, Kaiser y Matthei
Aquí, es donde la cosa se pone fea. Estos tres mencionaron a las mujeres, sí, pero lo que dijeron es tan problemático, que casi preferimos que hubieran guardado silencio.
Johannes Kaiser y su “PGU Mamá”: cuando la maternidad se vuelve requisito
Kaiser propone una “PGU Mamá”. La propuesta trata de un aumento en laPGU para las mujeres con un hijo que recibirían un 50% adicional del valor de la PGU, mujeres con dos hijos un 75%, con tres o más un 100%. Suena generoso, hasta que te das cuenta de lo que está diciendo, tu valor como mujer se mide en hijos e hijas. ¿No tienes hijos e hijas? Entonces no mereces el aumento ¿Eres cuidadora de tu madre con Alzheimer pero no pariste? Mala suerte.
Esta propuesta, es la definición perfecta de políticas que refuerzan roles de género y convierten los derechos en caridad condicionada. Además, Kaiser planteó que las nuevas generaciones deberían aportar anualmente 4 UF a una cuenta de ahorro voluntario para acceder al beneficio completo. Traducción: condicionalidad que dejará fuera a quienes no puedan ahorrar. Spoiler: hay muchas mujeres que están en el trabajo informal o de cuidado no remunerado ¿Cómo podrían ahorrar?
Jara le respondió directamente y se ganó otra estrellita. Ella demostró conocimiento sobre la materia, otra vez, al decir: esto es un “retroceso completo en derechos sociales” que perjudicaría a 700.000 mujeres que no cotizaron formalmente. Y tiene razón.
Franco Parisi: el maestro de las soluciones que no solucionan nada
Cuando le preguntaron por su ausencia de propuestas sobre violencia económica y deudores de pensión alimenticia (Ley Papito Corazón), Parisi respondió que sí tiene propuestas. Prepárense.
Propuesta 1: Las dos millones de mujeres morosas, podrán hacer un retiro previsional “no inflacionario”, esa es su propuesta. Esto es notable por varias razones: primero, asume que las mujeres somos morosas por irresponsables, no por violencia económica o porque el 60% de los padres no paga pensión alimenticia o por brecha salarial, o por ser precarizadas en el ámbito laboral, etc. Segundo, propone que las mujeres saquemos plata de nuestras ya! magras pensiones futuras, para resolver un problema creado por hombres que no cumplen sus obligaciones. Y tercero, supone que todas las mujeres tienen una basta suma en su cuenta previsional, es más, hay mujeres que ni siquiera han tenido la opción de cotizar por no poder optar a un trabajo remunerado o formal. Brillante lo de Parisi.
Propuesta 2: Una sola cuenta corriente familiar para que “las mujeres tengan acceso a los recursos”. Aquí, Parisi demuestra un desconocimiento jurídico e histórico asombroso ¿Saben por qué el derecho chileno creó el patrimonio reservado de la mujer casada? Precisamente, porque cuando los maridos tenían acceso total a los ahorros de sus esposas, frecuentemente los retiraban o destinaban a otros fines, frustrando años de esfuerzo de las mujeres. Sin palabras.
La cosa es clara. La independencia económica, es condición esencial para la libertad personal. Obligar a unificar cuentas, no es una medida contra la violencia económica, es una invitación a perpetuarla. Además, esta propuesta tiene un alcance ridículamente bajo, ya que, la mayoría de la población chilena no accede a cuentas corrientes. Es como proponer un Ferrari para combatir la crisis del transporte público. Sin Palabras.
Propuesta 3: Acuerdos prenupciales para asegurar división de bienes en caso de divorcio. Esto ya existe en el derecho chileno, se llama régimen de participación en los gananciales o separación de bienes y las parejas pueden elegirlo libremente. Parisi presentó como novedad algo que ya es ley hace décadas. Imperdonable.
Bonus Parisi: “Sonrisa de Mujer”
Cuando le preguntaron por salud, Parisi propuso revivir el programa “Sonrisa de Mujer” del goboerno del presidente Ricardo Lagos. Este programa, importante, innovador y necesario para su época, fue más bien una intervención estética focalizada. Hoy, las mujeres no pueden ser tratadas como sujetas pasivas que necesitan que el Estado “les arregle la sonrisa”.
Lo que si se necesita y Parisi no mencionó, es que el verdadero problema epidemiológico de salud bucal en Chile, son las enfermedades periodontales que afectan a la mayoría de la población adulta, la pérdida de dientes en personas mayores (que afecta su nutrición y calidad de vida), y la conexión entre infecciones orales no tratadas y descompensación de diabetes o riesgo cardiovascular.
Parisi no habló de prevención, determinantes sociales de la salud, accesibilidad territorial, ni integración con enfermedades crónicas. Solo habló de “producción de prestaciones”. Su propuesta, confunde cantidad con calidad sanitaria y reproduce desigualdades de género. La salud dental no es caridad del Estado, es un derecho.
Evelyn Matthei: la eficiencia de las salmoneras
Matthei, solo mencionó a las mujeres una vez, y dijo “gracias a las salmoneras en el sur, muchas mujeres han podido salir adelante”.
Hablemos de esas salmoneras, entonces. Según el exhaustivo estudio del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) realizado con el Instituto Danés de Derechos Humanos, las aproximadamente 7.000 mujeres que trabajan directamente en la industria salmonera, enfrentan un patrón sistemático de vulneración de derechos.
En esta investigación se constatan los siguentes hechos: negación y compra del fuero maternal, test de embarazo antes de contratar, descuento de horas laborales por controles médicos de embarazo, discriminación salarial por género y control cronometrado del acceso a baños.
Las condiciones son degradantes, jornadas de 10-12 horas de pie, a temperaturas bajo cero, con alta humedad, turnos nocturnos que afectan gravemente la vida familiar, y en regiones extremas, turnos de 14 días seguidos en instalaciones en el mar. Entre 2013 y 2023, la Dirección del Trabajo cursó 1.367 multas a la industria salmonera por infracciones laborales, pero las sanciones administrativas no han cambiado las prácticas sistemáticas.
Entonces, cuando Matthei dice que las salmoneras ayudaron a las mujeres a “salir adelante” ¿se refiere a salir adelante hacia la precarización, la violencia laboral y la vulneración sistemática de derechos? Porque eso es lo que documentan las fuentes oficiales.
Los ausentes: Kast, Mayne-Nicholls y Artés
Estos tres candidatos no dijeron absolutamente nada sobre mujeres. Cero. Nada. Silencio total. Como si gobernar un país, donde más del 50% de la población son mujeres, no requiriera ninguna reflexión, ninguna propuesta, ningún plan.
No es descuido. Es desinterés. Y ese desinterés es una declaración de principios. Corta.
Conclusión: el debate que nos debían
El debate presidencial, dejó en evidencia algo que ya sabíamos pero que duele ver confirmado una y otra vez, y es que para la mayoría de los candidatos, las mujeres no somos una prioridad. No merecemos tiempo en sus programas, reflexión en sus propuestas, y sobre todo, que no nos vean como sujetas de derecho.
Los únicos que obtienen una evaluación positiva son; Soledad Onetto (por insistir en hacer las preguntas sobre mujeres), Marco Enríquez-Ominami (por hablar de violencia de género y proponer medidas concretas), y Jeannette Jara (por demostrar conocimiento profundo y haber intentado implementar soluciones reales que la derecha bloqueó).
Kaiser, Parisi y Matthei estuvieron muy mal, pero al menos mencionaron a las mujeres, aunque lo que dijeron fue problemático, paternalista o directamente falso.
Kast, Mayne-Nicholls y Artés ni siquiera se dignaron a mencionar que existimos.
La organización del debate, tampoco se salva: no le dieron preponderancia a un tema que afecta a más del 50% de la población. Y eso, lamentablemente, se ha repetido en todos los debates de esta campaña y las anteriores. No es novedad pero no dejaremos de decirlo.
Desde el feminismo, nuestra respuesta es clara: no votaremos por candidatos que no nos ven, que no nos escuchan y no nos consideran. No negociaremos nuestros derechos por promesas vagas, ni aceptaremos políticas que nos traten como beneficiarias pasivas de caridad estatal en lugar de sujetas de derecho.
Exigimos políticas públicas que reconozcan el trabajo de cuidado no remunerado, que garanticen autonomía económica real, que erradiquen la violencia de género en todas sus formas y que entiendan que la igualdad y equidad de género no es un tema sectorial, sino transversal a toda la gestión del Estado. Y no por capricho, sino que que la Ley lo exige así.
Porque gobernar sin pensar en las mujeres, no es gobernar un país completo. Es gobernar a medias. Y Chile no se merece un gobierno a medias.
*Imagen: Diario USACH