Conectividad como derecho

En el Chaco paraguayo, donde la falta de oportunidades suele ser parte de la rutina, un grupo de mujeres logró acercarse a pesar de los kilómetros que las separan unas de otras. Defendieron algo que pocos creían necesario: el acceso a internet. Demostraron que conectarse no es un lujo, sino una herramienta para transformar la vida.

 

*Por Noelia Díaz Esquivel / @noediazesqui

 

A solo 50 kilómetros de Asunción, la comunidad Santa Rosa del pueblo Qom, vivía aislada digitalmente. Hasta hace pocos años, acceder a internet 24 horas era un lujo que ninguna familia podía costear. “Antes usábamos mucho el saldo cuando había alguna actividad que hacer. No podíamos sacar fotos y subir a redes porque no teníamos saldo”, recuerda Bernardina Pesoa, pobladora de la comunidad. Todo cambió en 2020, cuando se instaló el primer centro de inclusión digital Nanum en Paraguay. La antena, la red comunitaria y el espacio equipado con computadoras fueron la semilla de un cambio más grande.

 

Este es el Telecentro de la comunidad Santa Rosa del pueblo Qom, ubicada en Cerrito – Chaco paraguayo. Fotografía: Leo De Blas.

 

El acceso a internet permitió a la comunidad abrir nuevas puertas: capacitación, venta de productos, información y la posibilidad de contar sus propias historias.

 

El impulso de la pandemia

 

Mientras Santa Rosa se conectaba, en otras comunidades la idea de los telecentros empezaba a tomar forma. La iniciativa se inspiró en la experiencia argentina de la Fundación Gran Chaco, que, desde hace más de una década, instalaba espacios de inclusión digital gestionados por mujeres. Mariana Franco, secretaria ejecutiva de Sunú, recuerda las primeras reuniones: “Nos decían que había cosas más urgentes que la conectividad, que estábamos locas por priorizar internet”.

 

Mariana Franco, secretaria ejecutiva de Sunú. Fotografía: Diego Salazar.

 

Pero la pandemia de 2020 vino a darles la razón. Cuando las escuelas cerraron y las comunidades quedaron aún más aisladas, las que contaban con conectividad pudieron organizarse para recibir alimentos, gestionar ayudas de emergencia y sostener la educación a distancia. Ese momento marcó un antes y un después en la percepción de lo que significaba estar conectadas.

 

Poco a poco, Sunú, organización con 25 años de trayectoria, se alió con la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL), el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación (MITIC) e Internet Society para llevar la red a más territorios. Cada nuevo centro requirió acuerdos comunitarios, capacitación y un compromiso firme de que el servicio sería colectivo.

 

Mujeres que se organizan y enseñan

 

Los telecentros Nanum se convirtieron en mucho más que lugares con computadoras y wifi. Allí se dictan talleres de alfabetización digital, derechos humanos, creación de contenidos, gestión ambiental y cambio climático. “Internet es un derecho porque habilita muchos otros derechos”, explica Mariana. “Te permite aprender, comunicarte y mostrarle al mundo que existís. Eso es lo que más nos importa: que estas mujeres sepan que su voz cuenta y que nadie las va a volver a silenciar”.

 

Hoy en Paraguay funcionan 13 telecentros, distribuidos en localidades como Samaria, Campo Largo, Loma, La Patria, Pozo Hondo y Santa Rosa, que benefician a cientos de familias, escuelas, puestos de salud y radios comunitarias. También se instalaron dos redes comunitarias, como la Red Nivaclé, que conecta a La Abundancia, Jericó, Jope y Samaria, ampliando la conectividad más allá de los telecentros. Estos espacios ofrecen conectividad, equipamiento digital y sirven como centros de capacitación, organización comunitaria y generación de contenido local.

 

Comunidad Santa Rosa del pueblo Qom. Fotografía: Leo De Blas.

 

En Santa Rosa, por ejemplo, el internet llega también a la unidad de salud familiar y a la dirección escolar indígena del pueblo Qom. Parte del modelo consiste en que las comunidades gestionen su servicio de manera cooperativa, destinando un pequeño pago que reemplaza el gasto en saldo individual.

 

Para muchas mujeres, perderle el miedo a la tecnología fue el primer paso. Luego vinieron los cursos y las primeras publicaciones propias. “Desde que nos capacitaron, aprendimos a sacar fotos, grabar videos y editar. Hoy podemos hacer denuncias y mostrar nuestros trabajos, de todo un poco”, relata con orgullo Bernardina.

 

Nidia y Bernardina, ambas lideran el medio digital Qataqui Noticias, de la comunidad Santa Rosa. Fotografía: Leo De Blas.

 

Qataqui Noticias y Loma Digital: voces que resuenan desde el Chaco

 

La experiencia de Qataqui Noticias es uno de los grandes logros del proyecto Nanum Mujeres Conectadas. Este medio digital no solo informa a otras comunidades Qom, también se convirtió en una herramienta de protección y promoción cultural. Gracias a sus publicaciones, se difunden avisos urgentes, historias de resiliencia y los emprendimientos de mujeres artesanas, quienes crearon su propia página para vender en línea. El impacto se siente en lo cotidiano: niñas y niños ahora usan computadoras en la escuela sin que eso implique un costo extra, y las jóvenes pueden continuar su formación sin abandonar sus territorios. 

 

Nidia Pessoa Torres, estudiante de Ciencias de la Educación, es la encargada de generar contenido para las redes de Qataqui Noticias Queremos que avance Qataqui Noticias para que todos sepan que el pueblo Qom tiene su propia página”, dice convencida de que contar sus historias es un acto de dignidad.

 

Nidia Pessoa Torres. Fotografía: Leo De Blas.

 

A unos 700 kilómetros de Asunción, en la comunidad Loma del pueblo guaraní Ñandeva, una experiencia similar comienza a florecer. La inauguración del Centro Nanum, equipado con computadoras, impresoras y Smart TV, dio origen a Loma Digital, un medio gestionado por mujeres que busca visibilizar las problemáticas locales, fortalecer la lucha por la tierra y potenciar la voz de la comunidad. Al igual que en Qataqui, el protagonismo femenino fue clave: cuatro mujeres elegidas por la comunidad lideran el espacio, organizan actividades, promueven la formación digital y tejen redes de comunicación y resistencia. Ambas iniciativas muestran cómo la tecnología, en manos de las mujeres, se convierte en una herramienta poderosa de empoderamiento, arraigo, organización comunitaria y defensa de derechos.

 

Ceferiana Ferreira, encargada de generar contenido para las redes del medio Loma Digital, de la comunidad Loma, del pueblo guaraní Ñandeva, ubicada en el Chaco paraguayo. Fotografía: Bruno Ferreiro.

 

Un modelo que quiere ser política pública

 

Aunque los logros son enormes, todavía existen muchos desafíos. La sostenibilidad económica de la red, la capacitación continua y la apropiación estratégica de las tecnologías siguen siendo prioridades. La meta es que estas experiencias sirvan de base para una política pública que garantice el acceso universal a internet como derecho humano.

 

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022, el 76,3% de la población paraguaya utilizó internet, lo que representa un incremento de casi 27 puntos porcentuales respecto al 2015. El uso fue más alto en zonas urbanas (83,2%) que en zonas rurales (63,7%), y se evidenció una leve ventaja de acceso entre mujeres (77,6%) respecto a hombres (74,9%). Sin embargo, estas cifras dejan por fuera una realidad crítica: no existen datos específicos sobre el acceso a internet en comunidades indígenas, ni siquiera en el último censo indígena. Mucho menos se conoce la situación real en el Chaco, donde las distancias, las brechas educativas, de infraestructura y de servicios son mucho más profundas.

 

En este contexto, el proyecto Nanum Mujeres Conectadas se vuelve crucial. Esta iniciativa trinacional (Paraguay, Argentina y Bolivia) ya permitió que más de 129 comunidades del Gran Chaco accedan a conectividad a través de 46 centros digitales gestionados por mujeres indígenas, criollas y campesinas. Estos centros no solo brindan acceso a internet, también se transformaron en espacios de formación, organización y generación de ingresos. Son espacios de lucha por los derechos: la conectividad ha permitido a mujeres jóvenes y adultas acceder a capacitaciones, crear medios de comunicación propios como Qataqui Noticias o Loma Digital, e incidir en temas urgentes como la defensa de la tierra, el acceso a la educación y la justicia climática.

 

Centro comunitario de la comunidad Loma, en donde se realizan asambleas, también es escuela y el espacio donde las mujeres se capacitan en el manejo de tecnología. Fotografía: Bruno Ferreiro.

 

El papel de Voces para la Acción Climática Justa (VAC) fue decisivo para el fortalecimiento de la iniciativa en Paraguay. En 2020, con el apoyo de Avina y BID Lab, se fortaleció la estrategia regional que ya operaba en Argentina y Bolivia, y se incorporó el enfoque de justicia climática. VAC aportó recursos y acompañamiento para la alfabetización digital, el fortalecimiento organizativo de grupos de mujeres y la apropiación estratégica de la tecnología. De esta forma, los telecentros no solo reducen la brecha digital, sino que también se consolidan como espacios de resiliencia frente a emergencias climáticas y de resguardo cultural para los pueblos indígenas del Chaco.

 

Así, con alianzas estratégicas, paciencia y la convicción de que la tecnología también es parte de la equidad, estas mujeres demuestran que conectarse no es solo abrir una computadora. Es abrir la puerta a un futuro con dignidad, justicia y oportunidades para todas y todos.

 

Edición: Mónica Bareiro 

 

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