Por: Patricia Polanía Niño.
En conmemoración de la primera huelga de obreras en Colombia en 1920.
El 8 de marzo representa para las mujeres la conmemoración de años de lucha por los derechos. En específico, de los derechos laborales, tanto las conquistas de las trabajadoras, como el reconocimiento de las labores del cuidado como trabajo. Lo que para nosotras hoy son jornadas de trabajo y condiciones mínimas para hacerlo, hace años no lo fueron para otras mujeres. Por ejemplo, en el pliego de peticiones de las obreras antioqueñas, estaba poder ir con zapatos a la fábrica, algo que damos por sentado en nuestro contexto. Aún así, después de 101 años siguen existiendo graves condiciones injustas y desiguales, como lo son las brechas salariales entre hombres y mujeres o la doble jornada con las labores de cuidado no reconocidas como trabajo y mucho menos remuneradas.
El pliego que ganaron las mujeres el 4 de marzo de 1920 es un ejemplo histórico de la lucha de mujeres trabajadoras por condiciones dignas. Esto se debe recordar el 8 de marzo para analizar el contexto al que se enfrenta esta generación de mujeres jóvenes que sigue el ejemplo de Betsabé Espinal.
Hoy existen avances que son producto de la movilización masiva y la lucha organizada por conquistar nuestros derechos. Sin embargo, aún existen enormes desigualdades en las condiciones de trabajo para las mujeres y muchas veces no se reconoce nuestra labor como lo que es: trabajo. Solo con mirar el panorama laboral del año 2020 se evidencia que las mujeres seguimos en condiciones desiguales respecto a los hombres y que la crisis, aunque afecta a todo el conjunto de los productores, productoras y a los y las trabajadoras del país, recae especialmente sobre las mujeres.
Las mujeres somos la mitad de la población en Colombia, más de 25 millones en todo el país. Y de las personas en edad de trabajar somos la mayoría, más de 20 millones, es decir el 51,1% del total. Cuando analizamos las cifras del último trimestre del 2020 en materia laboral, encontramos que con la pandemia se elevaron las tasas de desempleo e informalidad. Sin embargo, la situación no era mejor para las mujeres antes del COVID.
Entre la población económicamente activa, es decir, las personas con posibilidad de trabajar de manera remunerada o que están en la búsqueda de empleo, se encuentran cifras crudas. Por ejemplo, la tasa de mujeres desocupadas es mayor a la de los hombres, representando el 57,1% del total. Además, al analizar la población ocupada en el país, las mujeres apenas somos el 39,6%; aunque somos mayoría las mujeres en capacidad de trabajar, somos también quienes menos oportunidades tenemos. La tasa de desempleo-TD para las mujeres en el 2020 fue de 20,4% en comparación con el año 2019 que fue del 13,6%, cifra también era poco alentadora antes de la pandemia y en comparación con la tasa de desempleo de los hombres que fue del 12,7% en el 2020. Al analizar estas cifras en las mujeres jóvenes el escenario se agrava aún más porque la TD fue de 32.1%, superando por más de 14 puntos porcentuales la de hombres jóvenes que se ubicó en el 17.3%.[1]
En medio de la emergencia sanitaria por la pandemia, sería bueno analizar la figura de la primera mujer vicepresidenta ¿Cuáles fueron las medidas de urgencia para ayudar a las mujeres que perdieron sus empleos? ¿Dónde está la renta básica para las familias, teniendo en cuenta que el 40,7 % de los hogares tienen jefatura femenina?
El panorama empeora si se analiza la población económicamente inactiva; estas son las personas en edad de trabajar que no participan en la producción de bienes y servicios porque no necesitan, no pueden o no están interesadas. En Colombia el total de la población económicamente inactiva es alrededor de 15 millones de personas, ¡de las cuales las mujeres representamos el 65,8%!, es decir, más de 10 millones de mujeres se encuentran en esta situación. El 63,1% de las mujeres inactivas se dedicó a lo que se conoce como labores del cuidado, que en realidad son labores del cuidado no remuneradas, porque aún no se valoran como un trabajo. Y es aquí donde cobra vigencia una de las grandes consignas del movimiento feminista. “Eso que llaman amor es trabajo no pago”.
En la huelga de las obreras en 1920 el primer punto del pliego fue un salario digno e igual al de los obreros de la fábrica, hoy mantenemos también brechas salariales. Por ejemplo, para el año 2019, la brecha salarial fue del 12.9%, lo que representa que por cada 100 pesos que recibe un hombre por concepto de ingresos laborales totales, una mujer gana 87 pesos. En esa medida, el llamado del contexto nacional nos exige salir a las calles el próximo lunes ocho de marzo a incentivar la organización de las mujeres para conquistar nuestros derechos y exigir al Gobierno de Iván Duque, igualdad salarial, reconocimiento en todo el país a las labores del cuidado y empleo digno para todas.
FUENTES:
https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/ech/ech_genero/bol_eje_sexo_oct20_dic20.pdf
https://sitios.dane.gov.co/SimuladorTDCNR/
[1] Fuente: GEIH – DANE (Agosto – Octubre 2020).