*Por Laura Morel

@srta_lau/@kunasports

¿Cuántas de nosotras tuvo que lidiar, al menos una vez en la vida, con un jefe, compañero o conocido que cree tener el derecho de abrazarnos, tocarnos y hasta besarnos sin ningún consentimiento?

Muchas veces -casi siempre- tuvimos que callarnos y dejar pasar. Ya sea porque la situación nos tomó de sorpresa o porque existe una relación de poder que al parecer da una “licencia de acosador” a los hombres y genera un temor natural en las mujeres.

El domingo, al tiempo que toda España y los seguidores del fútbol femenino celebrábamos la consagración de la Roja por primera vez en su historia, una imagen comenzó a viralizarse en redes y a reemplazar los comentarios de elogios y datos históricos por fuertes críticas y desaprobaciones.

El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, eligió a Jennifer Hermoso para concretar lo que ya venía insinuando con las demás futbolistas a las que felicitaba con efusivos abrazos y besos en el cuello (solo verlo por TV resultaba incómodo y desagradable).

Felicitó a la 10, la abrazó, la agarró de la cabeza y la besó en la boca. Faltó poco para que la palmada que le dio después, mientras seguía sonriendo como si su comportamiento fuera absolutamente normal, se la diera en las nalgas.

“No demos por hecho que dar un beso sin consentimiento es algo ‘que pasa’. Es una forma de violencia sexual que sufrimos las mujeres de forma cotidiana y hasta ahora invisible, y que no podemos normalizar”, publicó en redes la ministra de Igualdad de España Irene Montero.

Y tenía razón. Una situación que las mujeres conocemos perfectamente, esta vez, fue vista por todo el mundo, y no hubo forma de que nos traten de “exageradas”, “mentirosas” o “provocadoras”, como habitualmente lo hacen cuando se lo contamos a alguien.

De igual manera no faltó quien dijera que “si a Jenni Hermoso le molestaba, iba a hacer/decir algo”, como supuestamente lo hizo cuando la RFEF emitió un comunicado poniendo en boca de la futbolista palabras que al parecer nunca dijo.

Aquel discurso machista y patriarcal no duró mucho tiempo, pues la futbolista dejó en claro  su desaprobación en medio de los festejos por el histórico título mundial, cuando sus compañeras le mostraron la imagen y todas reaccionaron a los gritos. “Eh, pero no me ha gustado. (…) ¿Pero qué hago yo? ¡Mírame a mí, mírame!”, comentó ella.

Pocos después, en una nueva muestra de que la actitud de acosador estaba en su naturaleza y que las críticas que a esa altura ya eran tendencia le pasaban por el costado, el presidente informó en el vestuario a las jugadoras -mientras sujetaba del hombro a Hermoso- que tenían vacaciones pagadas en Ibiza y que “allí celebraremos la boda de Jenni Hermoso y Luis Rubiales».

Esa nueva demostración de poder no hizo más que aumentar las críticas en su contra, al punto que un día después tuvo que salir a pedir las disculpas -que en realidad no pidió- a través de un video que, según el medio Relevo, Jenni Hermoso se negó a participar.

«Si hay gente que se ha sentido por esto dañada, tengo que disculparme, no queda otra», fue su supuesta disculpa. La misma que ensayó al referirse a estas declaraciones a la prensa española: “Hay idiotas en todos lados. Cuando dos personas tienen una demostración de afecto tan insignificante, no podemos prestar atención a la idiotez. Somos campeones, me alcanza con esto”.

Pero el querer poner paños fríos no le funcionó al presidente que ya arrastra varias polémicas consigo, como la mismísima crisis instalada en la selección durante todo el Mundial, tras mantener en el cargo al cuestionado entrenador.

Con el paso del los días más voces importantes se hicieron sentir en contra de Rubiales, desde figuras políticas españolas hasta el mismísimo presidente Pedro Sánchez, quien calificó lo ocurrido de “un gesto inaceptable” y aseguró que “las disculpas que ha dado el señor Rubiales no son suficientes, hasta incluso yo creo que no son adecuadas”.

Megan Rapinoe, reconocida no solo por su gran trayectoria en la selección de los Estados Unidos sino por levantar la voz ante las injusticias, fue directa: “Es una imagen que muestra un profundo nivel de misoginia y sexismo. Me hizo pensar en lo que sufrimos aún las mujeres y en las jugadoras que no están en esa selección por haber protestado. ¿En qué clase de mundo al revés vivimos?”.

Jennifer Hermoso, su familia y sus propias compañeras de la selección no hablan del tema, pero sin duda estarán atentos a lo que vaya a suceder este viernes en la asamblea general extraordinaria a la que convocó la Federación Española “en carácter de urgencia” para tratar el caso Rubiales.

Su situación es indefendible, autoridades de sectores políticos y deportivos piden su destitución, y este lamentable suceso podría ser el motivo perfecto para sacarlo y, por qué no, para generar el cambio que están exigiendo hace tiempo las jugadoras en la selección.

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