*Por Juliana Quintana

Sara Hebe está enterrada en un mar de laburo. Tiene los ojos de quien hace tiempo no descansa pero busca constantemente lugares desde donde disputar el placer. Y en eso también nos parece. Su música tiene la piel caliente, un short apretado y birra en la remera. Suena bajo el calor sofocante de otro viernes a la noche en La Serafina mientras chapamos a la endogamia asuncena. Suena en las marchas feministas, en los juntes de amigas, en la playlist de alguna Dj nostálgica que se resiste a dejar de pasar A.C.A.B. 

“No me puedo ir, no puedo escapar, se me ven por los ojos las ganas de salir”, dice en el tema El Marginal que se hizo conocido por la serie homónima que se transmitió por la TV Pública argentina. Sus letras, a veces contestarias, a veces deliberadamente inentendibles escapan a las clasificaciones pero se le planta al capitalismo y deshace los relatos normalizadores, hoy tan peligrosos en un contexto de alta penetración de las Nuevas Derechas como las de Javier Milei en la Argentina. 

Vos decí lo que quieras, pero Sara es un grito de la liberación sexual y el deseo feminista. No, transfeminista. Se define como una poeta urbana y ha sabido migrar de la cumbia al hip hop, a la música electrónica y al trap. Hace lo que quiere y eso al sistema, que está acostumbrado a hundir lo abyecto y a cercar lo diferente, le jode.

Sara Hebe en su presentación para el Festival Sorora de Asunción, que se desarrolló en la Estación Central del Ferrocarril. Fotografía: Nanu Maldonado.

El sábado 14 de octubre vino al Festival Sorora tres meses después de las elecciones en Paraguay y tres semanas antes de las de Argentina. En un clima tan pesado y lleno de malas noticias se agradece el humor político y la sinceridad cruda, dos materias en las que sale airosa. Unos días antes del Festival Sorora se conectó a la videollamada mientras preparaba un guiso en su casa. 

¿Cómo estás?

Bien, ¿y vos?

Bien, ¿Por dónde andás?

Estoy en casa haciendo un guiso, te lo voy a mostrar.

A ver, no lo veo… guau, le metiste verdura a bulto.

Sí, aparte soy medio desastre pero me gusta cocinar. O sea, cuando me pongo a cocinar realmente es la única actividad en la que puedo estar y no me importa nada más. Me cuesta dejar esto que estoy haciendo para hacer otra cosa.

Amo el guiso, me resuelve la vida. 

Aparte hoy está medio fresco acá, entonces, estoy haciendo este para que me quede para esta noche y punto. Encima siempre hago un montón, no sé calcular las medidas. Después termino comiendo lo mismo tipo tres días. (Se ríe) ¿Me entendés?

Recontra. Contame, Sara, ¿cómo gestionás tu tiempo libre?

Lo gestiono de una manera arrutinaria. No tengo mucha rutina porque viajo mucho, tocando siempre, con viajes muy agotadores. Desde hace muchos años que vamos a tocar a todos lados. A Paraguay, Chile, Europa voy hace un montón. Todo lo de los viajes me altera bastante y me corta lo que a veces empiezo como rutina, que me gusta y me organiza. Pero me gusta estar en mi casa, hacer un guiso, ir a yoga o mantener una constancia con una actividad física, todo eso me hace absolutamente bien y es lo que necesito. Por eso, estoy pensando en seleccionar un poco mejor los conciertos y las fechas porque vengo bastante matada. Todos estos años de producir, sacar discos, sacar singles, temas y viajar tanto, tanto, fue por la necesidad de laburo. 

Fotografía Nanu Maldonado.

¿Hay algo que te genere incertidumbre?

Sobre todo ahora, te diría, que lo que más nos apremia más que el tiempo, en Argentina, es que no sabemos cuánto va a valer cada cosa mañana, si vamos a tener trabajo o no. Entonces, como que me pasa eso. Agarro muchos, muchos laburos y lo gestiono de una manera un poco atolondrada y un poco basándome en trabajar como una bestia porque puedo ahora, tengo esta energía. También me gusta, me encanta tocar, me gustan las presentaciones con la banda. Sobre todo, cuando son findes donde voy y tenemos dos fechas y no más. Después las giras en Europa son matadoras porque hay días que tocamos cinco días seguidos o cuatro, después en el medio hay que viajar y al final termino no disfrutando tanto cada show, ¿no cierto? Pero entonces, te diría que gestiono el tiempo de manera atolondrada, basada en el trabajo. Un poco sin pensar y también en relación directa con la economía de Argentina que es un aquí, ahora o nunca. Yo diría que el lema en Argentina es ahora o nunca porque pareciera como que hay una incertidumbre total. Un poco estamos acostumbrados pero se va acentuando cada vez más. 

¿Cómo percibís el contexto electoral?

No sé, creo que no es ese el escenario en donde se define nuestra humanidad. Creo que lo que está en crisis, más que nada, es el sistema representativo. Me parece una burla los debates, los candidatos, una falta de respeto para toda la gente que trabaja tanto y se está empobreciendo. Me parece que es importante en lo micropolítico, en lo microeconómico, en lo microvincular, que ahí está la posibilidad de inventar un presente mejor, más sano, más digno y más amoroso entre nosotres sin esperar que esa figura que nos representa… hemos tenido buenas representantas, algunos buenos políticos en la Argentina y hemos tenido buenas referentas de luchas sociales y políticas en Argentina como Madres, Abuelas de Plaza de Mayo, el movimiento de mujeres, las compañeras travestis. Entonces, si bien el panorama está jodido y todo, creo que hay mucho espacio ganado que no van a derribar con nada. 

Se habló bastante de la antipolítica y de la rabia de los trabajadores y trabajadoras, pero también se habla de que el discurso anti casta y pro-mercado que pretende antagonizar a los dos grandes partidos. ¿Cuál es tu lectura con relación a la captación de votos populares de Milei?

La gente está pasando como el orto y solamente quieren algún cambio. No todos piensan igual ni van a votar igual. Yo pienso que, la mayoría, en los sectores populares, trabajadores, que están en esos trabajos precarizados están cansados. No les habrá ido tan bien como a otro sector de la sociedad con estos gobiernos que dijeron cosas maravillosas y tuvieron un montón de políticas indispensables pero que después fueron muy difíciles de sostener. Pienso que igual en estos sectores populares, el discurso de los derechos humanos, o el tema de la dictadura y los desaparecidos y tener una figura que reivindique la dictadura hasta les parece bien o no les importa tanto la historia de los 70 en la Argentina porque tienen otros problemas. El problema cotidiano, del día a día. 

¿A qué te referís?

Sobre todo, no tengo idea, porque tampoco conozco tanto pero creo que acá el tema es que triunfó el capitalismo que es algo que excede a cualquier gobierno. Solo que están los gobiernos absolutamente neoliberales que solo transan y piensan en el sector privado como posibilidad de enriquecerse ellos, y bueno, obviamente piensan en destruir el Estado pero pienso que acá el triunfo es del sistema capitalista que es como un monstruo que mejora siempre, porque eso es lo que tiene este sistema: que siempre se mejora a sí mismo. Es como una masa de una pizza que va comiendo el borde, se va alimentando de los márgenes y de los bordes, entonces crece, crece y crece. Y a la gente, la mayoría de la gente que labura, quiere poder consumir más, comprarse más autos o motos, quizás una casa y quizás piensan que con cualquier cambio eso es posible. Me cuesta opinar de esto. 

El discurso de los derechos que es, técnicamente, un discurso universal, pasó a estar incluido entre los atributos de lo que él llama “la casta”. Hubo como un proceso de apropiación de discursos por parte de Milei. ¿Te preocupa esta batalla lingüística? 

Yo no lo veo como algo que me da miedo. Yo veo que acá hay gente que tendrá sus razones. Sobre todo, los migrantes que vienen de países que están políticamente también muy dañados con historias muy sangrientas, que están por ahí cansados de una cuestión de dualidad, de su historia política. Me parece esperable y lógico que se tomen estos discursos porque nosotres y nosotras ganamos una batalla, como el aborto en la Argentina, que para la gente de derecha, fascista, neoliberal, ultra cheta, viejas de mierda.. va en contra de la clase aristocrática. Entonces, iba a haber una respuesta, un contraataque. De hecho, hasta toman la palabra «revolución». Pero si buscamos la etimología de la palabra revolución vamos a encontrar que es «re-volver», ir al pasado. Ahora, no tengo miedo pero sí hay un movimiento porque viene otro sector que dice «¿qué es esto?». Bueno, pero no sé, deliro mucho.

¿Qué impactos podría tener en las artistas independientes, como vos, digamos?

No sé, realmente no me lo imagino. Realmente, creo que nadie sabe qué mierda va a pasar pero puede ser que hagan tremendos recortes, por más que gane quien gane se viene una crisis profunda en picada y se va a ver afectado todo el sector. Sobre todo, el sector de cultura, arte y, quizás, comunicación que no son cuestiones esenciales para el desarrollo humano como la alimentación, la educación y la salud, que también van a quedar recontra en la B pero, imaginate, todo lo nuestro…

¿Ahora sobre qué te gusta escribir?

Yo nunca tengo una cosa sobre la que me guste escribir. Siempre están las mismas temáticas a lo largo de toda mi discografía porque siempre se cuelan clásicos de la historia de la humanidad y siguen siendo los mismos. Yo ahora intento no repetirme y buscar matices en lo lírico. Es decir, en mis letras nuevas que siempre son poesías urbanas. Hice muchas canciones de rap explícito, canciones de testimonio social, canciones que hablaban de lo que pasaba fuera de mi casa, en la sociedad, canciones que surgían de las movilizaciones y que después resonaban en las mismas movilizaciones pero ahora hablo también de otras cosas que pasan más en mi burbuja, en mi casa, en mi intimidad, en mi cabeza pero siempre se cuela o se ven atravesadas por lo que pasa en el mundo y son temas recurrentes de mis tracks. 

Hay géneros como la cumbia o el RKT en los que los artistas se centran en la reivindicación del barrio, en el duelo, en la violencia. ¿Qué pensás de esta movida que hoy pisa fuerte en una generación? 

Interesarse porque alguien está surgiendo de un sector que está supuestamente destinado a la marginalidad y a lo peor, los pibes están surgiendo con la música que es una herramienta de comunicación social y disruptiva total y me parece fantástica. Estas son las cosas que importan. Me parece que el transfeminismo y los movimientos de mujeres si no son inclusivos con la gente de los barrios, son una careteada absoluta. Yo soy muy admiradora de las artistas y les artistes jóvenes nuevos. Hago una lectura de cómo opera la industria y cómo no queda otra a veces que pensar el arte de un modo neoliberal para sostenerse porque es muy difícil sostener un proyecto cien por ciento independiente en un sistema de este tipo. 

A menudo te preguntan si abandonaste la protesta. A mí me parece que, en realidad, estás tocando otras aristas de lo político. ¿Vos sentís que le hablás a alguien distinto ahora en tus letras?

No me importa eso, yo solamente quiero hacer canciones que gusten. Habrá a quien le guste, quien se identifique, a quien le guste y a quien no. Si yo hago un RKT o una cumbia lo voy a hacer por puro deseo mío, no voy a estar pensando en ninguna cosa más. En ningún número, en ninguna estadística, en ningún público. El público me lo invento yo. Yo creo que uno se diseña su público porque lo inventás, como inventaste tu hecho artístico, ahí se va a inventar el público porque se va a juntar una gente que tiene singularidades y, al final, se hacen amigos en el recital. Eso porque hay algo en común que las une y son esas canciones, esos gustos, esa identificación por esa letra. Hay una artista de RKT que amo, la Negra Azul, también de un barrio del Conurbano. Y ella hace RKT, hace cumbia, es una wacha re original, súper real y me encanta y eso es una cosa disruptiva y un surgimientos súper necesario, sobre todo, para ella que es una piba que la va a pegar porque hace algo espectacular. Si yo hago un tema con la Negra Azul que me encantaría, por ejemplo, ni en pedo estoy pensando en qué le guste a tal… Lo hago porque es un honor para mí cruzarme con esto que está pasando y conocer y compartir. Eso me parece que nos da la música como posibilidad. Después, el cáncer de hoy y de todo esto es la industria musical que también nos alimenta y alimentamos. Los radares de Spotify, de según a quién escuchás vos a vos te escuchan, los beats que maneja el mercado. La gente que está manejada por las empresas tiene otro tipo de libertad que es una libertad absolutamente neoliberal en donde se rigen solamente por cuestiones que convienen estética y monetariamente. 

¿Tenés alguna fijación ahora mismo con algún género o seguís en esa búsqueda?

Siempre voy haciendo lo que se me canta. Me dan un beat y me encanta, me conmueve o me sale algo… Por ejemplo, el último tema que se llama Hulk, que tiene un video que me encanta, fue un beat que estábamos así improvisando con Ramiro J y dije guau, esto mirá, se me ocurre tal después termino escribiendo la letra. O por ahí escucho un trap que me re ceba y digo ay, me encantaría hacer solo trap y bueno, después voy viendo lo que me sale y por lo general me sale algo muy deforme. Eso sí, aparece después como una búsqueda pero es un poco inconsciente. 

Fotografía Nanu Maldonado.

¿Pensaste que tu música terminaría escuchándose en marchas y que se hicieran carteles con tus letras?

No, no pensé que iba a tener esta respuesta y cuando yo escribí las canciones de mi primer disco que fue La hija del loco y ahí hay canciones como Desesperada, Histórika. Luego de eso vino una gran movilización de mujeres y de agrupaciones de disidencias, de las travas, de las trabajadoras sexuales que no es que no existiese antes, creo que lo que escribí es porque resonó en mí, porque escuché durante toda mi vida discursos emancipatorios de mujeres y que la lucha feminista es de hace siglos. Después de que escribí esas canciones surgió con mucha fuerza el movimiento de mujeres en Latinoamérica, en Argentina, por una cuestión de necesidad de responder a la violencia. Entonces, mis canciones sí resonaron mucho y por ejemplo el tema A.C.A.B, que hice con Sasha Sathya, una gran compositora y productora argentina, sonaba mucho en las movilizaciones en Chile y todo. Y es porque creo que hay un ida y vuelta entre lo que escribo y lo que está escrito en la calle. 

A la poesía se la critica desde distintos ángulos, a veces, es una crítica a la poesía más abstracta, y a veces es una crítica a la “hipersimplificación” de la realidad. Tus canciones hablan de lo concreto y son muy reales, ¿cómo entendés la poesía?

Mis canciones son lo concreto y lo real pero también tiro algunas medio voladas, re abstractas que entiendo solo yo, que se me ocurrieron y que no pretendo que nadie las entienda sino que las interprete y le llegue a cada uno lo que les llegue y que inventen con lo que yo dije lo que quieran. A mí me gusta la literatura, me gusta la poesía y me gusta todo lo que se dice en la calle. Con todo eso como material y con las canciones que escucho también, con el lenguaje nuevo posmoderno, con el lenguaje retórico, barroco, que no entiendo ni leo tanto pero pispeo por ahí. Mis canciones tienen mucho de urbano porque hablan de cuestiones que pasan afuera. Pero, como te decía, estoy escribiendo cada vez más cositas mías íntimas. 

Bueno, Sara, yo pienso que no hay que ceder el tiempo de ocio así que no te voy a sacar más tiempo. 

El guiso está re raro 

Jajajaj, ¿qué le hiciste?

Medio como que se hizo un puré. ¿Ves que soy un desastre?

¿Se te pasó? A ver…

No, no, me da vergüenza. No está bueno.

Mi última pregunta antes de irme. Si hoy tuvieras que quemar algo, ¿qué quemarías? El guiso no. 

No, el guiso no (se ríe). 

Quemaría las ideas y los discursos de (Victoria) Villarruel, de Patricia Bulrich, quemaría los expedientes y las sentencias que dejan impunes a los asesinos de Santiago Maldonado, quemaría las comisarías cuando no haya nadie, en donde se guarda la información acerca de la desaparición de Tehuel, todo eso que tiene que ver con la injusticia del abuso de poder, del encubrimiento y de las atrocidades políticas que se siguen defendiendo.

 

*Fotografía de portada: Clari Lezcano.

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