*Por Jazmín Coronel Bejarano
Rocío Robledo tenía 23 años. Se cuestionaba por qué siempre se referían a las mujeres como “la novia de”,” la esposa de”,” la amante de” o simplemente como propiedad de algún hombre.
Con tantas mujeres brillantes en el mundo pareciera que el único rol válido para existir es el de estar directamente relacionada con los varones.
Una noche, con bronca por una de esas situaciones cotidianas que hacen incendiar internamente a las mujeres, Rocío exorcizó las ideas rebeldes que rondanban y escribió “Mujer de nadie”, cuyo video musical fue lanzado hace unos días en el Centro Cultural “La Chispa”.
“Me senté a escribir y sentí una necesidad urgente de decir todo lo que dice en la letra”, contó la cantautora, una mujer que desde su adolescencia decidió llevar la guitarra en una mano y banderas de diferentes luchas sociales en la otra. Encontró así una delicada manera de fusionar y afinar ambas cosas. También en su video logró transmitir con éxito esta simbiosis entre el arte y la política.
El videoclip comienza con la Virgen María en lo alto, inalcanzable, lejos del suelo y de la realidad, pero también incluida como una más en el relato que comenzará segundos después. Entre luces coloridas de un bar popular, la cantautora aparece compartiendo el mismo espejo con otras dos mujeres, representantes de las trabajadoras sexuales organizadas en Paraguay, como adelantando desde qué lugar cantará: el de una mujer que tiene tantas historias y facetas como cualquier otra.
Con la cabeza erguida de dignidad y el ceño fruncido, advierte que lo que va a decir será inentendible para los hombres que no tienen coraje para escuchar las verdades de una mujer que ha perdido el miedo. Rocío comienza y continúa imponente, con una claridad que captura a todas, todos y todes los del lugar, como suele ocurrir en sus conciertos.
Las trabajadoras sexuales organizadas denunciaron en el video la violencia institucional, el peligro de criminalizar al trabajo sexual y confundirlo con trata de personas ; junto a las voces de estas mujeres, intervino la mágica voz de Julia Peroni, justamente con uno de los fragmentos más contundentes de la canción:
“Quiero hablar todo
lo que me han callado
Quiero contar todo
y no tengo por qué explicarlo”
“no tengo por qué explicarlo”, una rotunda negación a escarbar en la culpa por usar el cuerpo como cada una lo desee. El cuerpo, las emociones, el nombre por el que quiere ser llamada. Una decisión de no tener que explicarlo todo, que gracias al feminismo, se reivindica como derecho de la mujer.
Rocío se arranca las etiquetas y las rompe mostrando el lado más humanizado de las mujeres: admite el llanto y no olvida las risas, coloca lado a lado a la palabra sagrada madre junto al pecado de la excitación, cuenta que de vez en cuando se siente vulnerable pero que no deja de ser guerrera. Rocío habla de las mujeres de flores y acero, las invoca a todas.
Jazmin es ilustradora, comunicadora, feminista es la creadora de Jazenlaluna y forma parte del equipo de #EmancipaParaguay.