*Por Noelia Díaz Esquivel
Caminábamos por la vereda de ida al cajero automático. Es 15 de febrero y ella cobra su salario cada quince días, dice que le es más práctico. Su hija nos acompañaba, tiene casi 5 años y en el trayecto le pregunté si ya le inscribió a la escuela a lo que respondió: “no el año que viene nomas ya se a ir”. Me sorprendió la respuesta y le dije que los y las niñas necesitan de estimulación temprana, que el jardín es sumamente necesario en el desarrollo integral de la niñez.
Confesó, resignada, que la pequeña está ansiosa por incorporarse al sistema educativo. “Es muy complicado para mi”, respondió. No cuenta con alguien que la busque a la salida de la escuela, porque ella y su marido trabajan. Podés traerla al trabajo, le dije. Hay una escuela a media cuadra. Pero, me explicó que tomar, diariamente, dos colectivos de ida y de vuelta, con una niña en brazos, es demasiado sufrido. Lamentó que casi nadie cede el lugar, incluso cuando personalmente se lo pedís.
Me quedé pensando, mientras seguíamos caminando y propuse que se quede a dormir algunos días, que había lugar. No es un dormitorio, pero hay espacio. Esto permitiría que la nena vaya a la escuela cerca de donde ella trabaja. Dijo que lo pensaría.
Esta es la historia de miles de mujeres, madres y trabajadoras. Es la historia de miles de niñas que dejan de asistir a la escuela en tiempo y en forma porque el Estado no les ofrece oportunidades, sino más bien, solo dificultades.
Según un artículo elaborado por Andrea M. Wehrle Martínez, para el Observatorio Educativo Ciudadano (Julio, 2020) los datos de la Encuesta Permanente de Hogares – EPH (2020), muestran que la población total en Paraguay corresponde a 7.167.516 habitantes, de los cuales 1.926.108 son niños y niñas entre 0 a 13 años de edad, lo que representa el 27% de la población total. La EPH 2020 recoge las razones de no asistencia de la población de 5 años, donde el mayor motivo obedece a “No tiene la edad adecuada” con un 59%, los motivos tales como “No existe institución cercana” o “Institución no ofrece escolaridad completa”, “Razones familiares” no tienen representatividad ya que los casos son muy pocos.
La publicación también menciona que la matrícula para el nivel inicial mostró un leve incremento desde el 2012 al 2015, siendo de un total de 169.956 personas, donde 83.384 corresponde niñas y 86.572 a niños. Este incremento puede deberse a los aumentos en los niveles Jardín Maternal y Jardín de Infantes. La desagregación de este indicador por área y sector, evidencia que es menor la matriculación en el área rural y para las niñas, y que el sector oficial es el que cuenta con mayor matriculación, pero donde nuevamente la matriculación es menor para las niñas.
“Estas situaciones siguen evidenciando desigualdades en el acceso por ser niño o niña”, señala Wehrle Martínez.
El problema es estructural. No funciona el sistema de transporte. No existen políticas de vivienda y alquiler que permitan a los y las trabajadoras vivir cerca de sus empleos. La crisis de empleos dignos se recrudeció con la pandemia y hoy más, que antes, no se cuenta con políticas de empleo que permitan acceder a un trabajo cercano a la vivienda. Tampoco se implementan políticas de cuidado que incorporen espacios seguros para los hijos e hijas de padres/madres trabajadoras. El sistema educativo tampoco brinda opciones para estas realidades.
Recordemos que la Constitución Nacional, junto con los compromisos internacionales que el Estado se comprometió a cumplir, y nuestras leyes y normativas nacionales, en especial el Código de la Niñez y la Adolescencia, disponen que debemos la familia, la comunidad y el Estado deben prodigar protección, promoción y asistencia para que la infancia nazca, crezca y se desarrolle sanamente en todo sentido.
Esta realidad evidencia la enorme brecha entre quienes tienen más o menos oportunidades y aquienes se les niega hasta lo mínimo. La pobreza, el género y el territorio generan aun mayor exclusión.
Es inaceptable que el Estado siga sin asumir su rol fundamental de garantizar derechos para todos y todas.
Los estudios científicos nos confirman que el desarrollo integral de la primera infancia, además de permitir a los niños y niñas el disfrute de sus derechos, es una base determinante para los demás ciclos de vida y para que las generaciones futuras del país aumenten sus capacidades y oportunidades de desarrollo social, cultural, político y económico, con justicia social. A continuación, comparto una columna, de muchas publicadas en la red, en la que una experta explica por qué es importante que los niños y niñas accedan a la educación integral y temprana: https://www.educacion2020.cl/noticias/por-que-es-bueno-que-ninos-y-ninas-asistan-al-jardin-infantil/
*Los nombres de la niña y de su madre se omiten en cumplimiento del artículo 29 del Código de la Niñez, que prohíbe la publicación de datos que posibiliten identificar a los menores de edad.
Fuentes consultadas para la elaboración de este artículo
file:///C:/Users/Prensa/Downloads/resumen-primera-infancia.pdf
https://observatorio.org.py/especial/42