Por Mayra Rivarola

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La crisis climática, la degradación ambiental, la creciente precarización laboral y el aumento de todo tipo de violencias de género dibujan un panorama desolador a nivel global. El frente capitalista y neoliberal parece engullir todo en su ambición de acumulación infinita, dejando un palpitante rastro de sufrimiento humano.

Múltiples movimientos sociales y revoluciones han construido auténticas barreras frente a su creciente codicia, pero han fracasado por ignorar un componente central en su lucha: el género. Hoy nuestra única esperanza es el feminismo.

Esa es una de las conclusiones con las que me quedo luego de participar en el Encuentro Internacional Feminista que se desarrolló en Madrid entre el 24 y 26 de febrero pasado. Dentro de la imponente Facultad de Medicina de la Universidad Complutense latían corazones lilas, verdes y multicolores de miles de compañeras y compañeres que vinieron de todas partes del mundo para pensar cómo construir un mundo mejor. Más de 100 activistas históricas y reconocidas participaron en torno a 10 paneles que explotaban de potencia feminista.

Lo comunitario es la respuesta

Con su mantra del “sálvese quien pueda”, el individualismo neoliberal termina deteriorando los tejidos sociales dejando desarmadas a las personas más vulnerables frente a las violencias e injusticias. Fomentar lo comunitario es el antídoto.

Lo reconoce Elsa Granados, especialista en violencia sexual en Estados Unidos, luego de décadas de trabajo con sobrevivientes de violencia sexual en el Centro de Crisis de Santa Bárbara. “Hemos estado muy enfocados en el sistema penal de justicia. Necesitamos mejorar el enfoque comunitario”, tanto para la prevención como para la recuperación y protección de las víctimas.

Lo destaca también Olga Rodríguez, periodista feminista y una de las guionistas del aclamado filme español que retrata la dura realidad de las personas despojadas de sus hogares en España. “Las asambleas por los derechos a la vivienda han logrado dar la vuelta a la vergüenza de quedarse sin techo y se han convertido en redes de solidaridad para los más vulnerables”.

El capitalismo es patriarcal

“Tenemos un sistema económico que digiere a cuerpos y naturaleza y defeca enormes cantidades de residuos”, expone con su habitual potencia verbal la ecofeminista Yayo Herrero.

En esa línea está una de las voces históricas más sólidas del ecofeminismo, la física y defensora de semillas nativas, Vandana Shiva. Con la idea de crecimiento ilimitado, el capitalismo ha convertido en objeto primero a la naturaleza, luego a los cuerpos de mujeres, empobreciendo comunidades y beneficiando a una minúscula minoría.

El capitalismo muestra su ferocidad patriarcal en Europa con sus fronteras letales de acero, que frenan la huida de miles de personas en búsqueda de una vida sin guerras, pero son suficientemente permeables para dejar pasar los recursos – frecuentemente el mismo motivo de las guerras.

La crisis humanitaria que se vive a diario en las fronteras de Europa es una clara representación del paradigma de las cosas – que está colocado por encima del paradigma de las personas, como lo explica con contundencia y claridad la antropóloga Rita Segato.

Estas fronteras, sin embargo, son cada vez más difusas para los que hoy toman las decisiones – los dueños del mundo y tomadores de las decisiones relevantes en la geopolítica global. Hoy en día ya no es suficiente hablar de desigualdad – explica Segato. Estamos viviendo la era de la dueñeidad.

El aborto es soberanía

“¿Cuál es la relación entre el gran capital y una chica que quiere abortar?” continúa Segato, dejando la pregunta flotando en el auditorio. La respuesta puede estar en la batalla por la soberanía de las mujeres – donde hoy se demarcan los límites territoriales de los dueños del mundo.

El argumento que se autodenomina pro-vida no es un debate moral. “El argumento por la vida se desmorona totalmente cuando se muestra que no defienden la vida en ninguna otra parte que no sea en el útero”, agrega. Entonces, ¿qué es lo que defienden?

El debate en torno al aborto se ha colocado en el centro de las agendas políticas y es una lucha simbólica, reflexiona con su reconocida lucidez Marta Lamas, desde la Ciudad de México. Para ello, debemos pensar en estrategias para cambiar las mentalidades y desarmar con ciencia el discurso amarillista y truculento del fundamentalismo religioso que domina en América Latina.

La despenalización social del aborto debe ser el fin último de la movilización feminista, explica la médica y doctora en bioética Ana González, una de las líderes del movimiento Causa Justa en Colombia. Pero finalmente, es una lucha por la autonomía y la libertad de todas las mujeres.

La búsqueda de protagonismo nos lastima

En España, el movimiento feminista está tristemente enfrentándose a un momento crítico. La búsqueda por el protagonismo y el poder político-institucional está desmembrando un movimiento que siempre fue diverso, pero hoy se presenta dividido.

Esta batalla por el protagonismo se vivió en el mismo Encuentro, que lejos de convertirse en un espacio de debate horizontal, demostró claras características de verticalidad que giraban en torno a la validación de las políticas actuales del Ministerio de Igualdad. La ausencia de figuras potentes del movimiento feminista remarcó esta lamentable división.

Pero las feministas somos resistentes y nuestro movimiento trasciende partidos políticos y fronteras. Cuando pase esta batalla – y pasará – seguiremos pensando y debatiendo juntas desde cada uno de nuestros espacios.

Nuestra esperanza: el feminismo

No solo el feminismo es trans-incluyente, el feminismo es universal, al enfrentarse a un antagónico que comparten todas las reivindicaciones contra la discriminación, la violencia y las injusticias. Es el patriarcado.

Con su mandato de la masculinidad, el patriarcado forma el cimiento de toda forma de jerarquía y de poder, incluyendo el poder que hoy ostenta el capital y se ejerce también a través de cargos políticos. Esta es la idea central de la tesis de Rita Segato – con la que tuve la oportunidad de sentarme a hablar después del Encuentro y sobre el cual estaré escribiendo las próximas semanas.

Y es por esto que desmontar el patriarcado – con feminismo – debe volverse prioritario en todas las luchas: contra la degradación ambiental, el racismo, el capitalismo, la creciente precarización laboral, el aumento de todo tipo de violencias de género, la privatización y mercantilización de la salud, etc etc.

“El feminismo es un tema de interés general, universal, que beneficia a toda la humanidad” dice Segato.

Y hoy es nuestra única esperanza.

 

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