*Por Noelia Díaz Esquivel
Edición: Mónica Bareiro
El parque nacional Tte. Agripino Enciso, a unos 630 km de Asunción, fue sede del primer Campamento de Senderos para Mujeres realizado en nuestro país. Casi 50 participantes intercambiaron conocimientos sobre ciencia, medio ambiente y saberes ancestrales, amparadas por la fuerza y belleza del árido Chaco paraguayo.
Para ingresar al sendero hay que atravesar un portón de metal y una valla de alambre que se mimetiza con el color verde-grisáceo del bosque y la oscuridad de la nublada noche. Las mujeres cruzan el portal ataviadas con pantalones, camisas de mangas largas, calzados cerrados y linternas frontales en sus cabezas. Las guías dan instrucciones claras: caminar en fila, no salir del sendero, permanecer en silencio y nunca gritar o correr ante la aparición de los dueños del bosque.
No fue fortuito que minutos después de iniciada la caminata nocturna, el melódico sonido del ambiente, compuesto por el canto de un sin número de aves e insectos, fuera abruptamente interrumpido por el crujir de ramas secas producto de pisadas.
En ese momento todas quedaron tiesas mientras apuntaban de un lugar a otro con las luces de las linternas, intentando descubrir de donde provenía el sonido de los pasos. Finalmente, siguiendo la línea del sendero, pudieron divisar a una manada de tañy katî o chanchos silvestres, que también las observaban sigilosamente.
De nuevo, la instrucción fue permanecer juntas y quietas, pero atentas para hacer toda clase de potentes zapateos, en caso de que la manada se acerque demasiado. Minutos después, los tañy katy se fueron alejando en dirección a la aguada ubicada en medio del sendero y las chicas reanudaron el recorrido bajo una tímida luz de luna.
Esta experiencia describe en gran parte lo que significa un sendero, “es el puente entre la ciencia y las personas”, explica .
“Los conocimientos que los investigadores e investigadoras generan son de mucha importancia y el sendero nos da la oportunidad de compartir esos conocimientos científicos y entrelazarlos con los saberes ancestrales. Nos permite revalorizar la cultura al pisar esos caminos recorridos por nuestros ancestros”, dice Araceli.
Empoderar a las mujeres, conservar el medio ambiente y generar ingresos locales
Hace cuatro años, OPADES empezó a trabajar en senderos interpretativos con pobladoras y pobladores en Ybycuí, en el departamento de Paraguarí. A partir de ello se dieron cuenta que la faena de poner carteles, postes y transportarlos por varios kilómetros, además de acarrear cemento, carretillas y otras herramientas, era un trabajo liderado por hombres. Por lo tanto, se propusieron capacitar a las chicas para la realización de esas actividades y en el marco de un programa de voluntariado crearon una escuelita.
“En el plan de formación de la escuelita está incluido que ellas aprendan a hacer mezclas de cemento, cavar pozos, sepan usar una barreta, etc. Y así nació la idea de hacer un campamento de senderos para mujeres”, relata González.
El campamento se llevó a cabo en el Parque Nacional Teniente Agripino Enciso, ubicado en el departamento de Boquerón, del 23 al 27 de octubre. Las organizadoras señalan que es la primera vez que se realiza este tipo de actividad en Paraguay, pero lo realmente especial es que fue pensado y enfocado exclusivamente para mujeres, con el objetivo de empoderarlas, mostrándoles que ellas también pueden trabajar en los senderos, guiar los recorridos y que ésta actividad podría convertirse en una fuente extra de ingresos para ellas y sus comunidades.
Participaron más de 50 mujeres provenientes de Ybycuí, Yvytyrusu y de comunidades indígenas asentadas en la zona de amortiguamiento del parque nacional.
Participaron de talleres de formación sobre tipos de senderos, turismo asociado a ambientes naturales y la posibilidad de un impulso económico a través de esta actividad. Además de charlas con mujeres guardaparques del Parque Nacional Cerro Corá, Defensores del Chaco e Ybycuí, quienes relataron cómo se enfrentaron al sistema para lograr ingresar y permanecer en espacios históricamente ocupados por hombres.
También recorrieron el sendero “Trinchera”, primero guiadas por los guardaparques de Teniente Enciso y luego para la colocación de nuevas señaléticas. Asimismo, se desarrollaron talleres prácticos sobre observación de aves y huellas, además contemplaron el cielo chaqueño.
Igualmente, tuvieron la posibilidad de aprender sobre plantas y árboles medicinales gracias al aporte de las mujeres indígenas que acudieron al encuentro.
Hablaron de violencia de género y aprendieron a identificarlas, pero sobre todo comprendieron que no están solas y que todas las mujeres tienen derecho a vivir libres y seguras.
Observando la colorida libertad de las aves chaqueñas
“La observación desarrolla nuestra paciencia, al tiempo de regalarnos la posibilidad de contemplar la libertad de volar, de migrar. Las aves, a diferencia de los seres humanos, no conocen de fronteras”, dijo Fiorela Pirovano, quien lideró el taller de observación de aves.
Fiorela es voluntaria de OPADES y forma parte del Programa de Apoyo de Voluntarios en Áreas Protegidas (PAVAP), desde hace varios años. Es una apasionada de la ornitología y durante todo el campamento sus ojos de largas pestañas se iluminaban cada vez que escuchaba el trinar de algún pajarito o lo divisaba en la copa de un árbol. Enseguida tomaba sus binoculares y a los pocos segundos identificaba la especie y la buscaba en la guía de aves del Paraguay, para compartir la información con las compañeras.
Fiorela relata que cuando estaba en el último año de la carrera de Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), un grupo de compañeras la invitó a una salida de aves. Era una mañana muy fría y la cita estaba marcada para las primeras horas de la mañana “me interesó, me fuí y me inspiraron tanto que terminé encantada con el plan. De eso ya hace cinco años. Las aves son mi pasión y es una actividad extra que hago voluntariamente”.
Resalta que una de las ventajas de la observación de aves es que no se necesita nada más que los ojos o los oídos. Se trata de una actividad inclusiva, ya que incluso las personas ciegas son aptas para acompañar una salida de aves: “es algo para todas y todos, no necesitas mucha inversión de dinero y te produce mucha satisfacción”.
Delicias Pycasu potenciando la alegría del encuentro
Se cree que la comida es un potente estimulante y bajo esta hipótesis imaginen las sensaciones que emergen al probar un bocado de un delicioso plato de frutas de estación, o de un bife a caballo acompañado de una fresca ensalada verde, o de un café servido con pan recién horneado. Todo esto combinado con el apacible sonido de la naturaleza y el disfrute de mujeres conversando entre sí: ¡Eureka!. Este fenómeno fue comprobado gracias a las delicias culinarias de Carolina.
En el quincho del establecimiento para visitantes del parque hay una larga mesada, detrás se encuentran la cocina a leña, la parrilla y el lavadero. Sobre la encimera, a los costados, están dispuestos varios electrodomésticos y utensilios de cocina, el centro está libre. Entre ese espacio libre de artículos domésticos y la cocina hay un pasillo por el cual Carolina se mueve como una habilidad magistral, como si estuviera bailando la música que más le gusta en el mundo.
Las acampantes observaban embelesadas la serenidad con la que amasaba el pan, para después darle forma de bollitos que luego colocaba en una bandeja y los horneaba. “El movimiento de sus manos se parece a las caricias de mamá”, dijo una de las chicas.
Carolina Cabrera nació en Campo 9, departamento de Caaguazú. Relata que hace 15 años vino a Filadelfia, cuando respondió a una oferta laboral. Llegó con su primer hijo, que en ese entonces tenía 2 años. Un poco el trabajo y un poco el amor, hicieron que se asiente definitivamente en el Chaco. Aquí conoció a su marido y juntos tienen dos hijos más.
“Yo desde que tengo 17 años estoy en la cocina. Cuando llegué a Filadelfia trabajé en el restaurante Boquerón, en el hotel Florida, después en una confitería. Cuando comenzó la pandemia nos quedamos en casa y de ahí empezamos a hacer tortas, panificados, cabeza de vaca, etc. Después ya ofrecimos nuestro servicio de catering. Hacemos de todo, dulce y salado, completo”, relata la emprendedora.
La chef cuenta que el año pasado la contrataron para el 6° Encuentro de Guardaparques del Gran Pantanal. “Ahora me llamó Giselle (coordinadora del evento por OPADES) y me habló de este campamento y yo encantadisima acepté. Le conté a mi marido y le dije me voy porque me voy”, cuenta entre risas Carolina, mientras amasa más pan para el desayuno del día siguiente. (Spoiler: Carolina siempre está amasando pan o haciendo alguna comida).
La elaboración del menú para el campamento fue un proceso colectivo entre ella y las chicas de OPADES. El encuentro siempre tuvo como punto focal brindar bienestar y seguridad para lograr que el grupo pueda integrarse y aprender.
Una experiencia histórica e inolvidable
El primer campamento de senderos para mujeres culminó con interminables y cálidos abrazos, con promesas de seguir fortaleciendo la amistad, de permanecer en contacto y con la esperanza de un próximo encuentro porque todavía hay muchos senderos por soñar y caminar juntas.
Carolina Cabrera (37), encargada de la cocina. Filadelfia, departamento de Boquerón.
“Me encantó compartir, conocer gente nueva y hablar. Conversando aprendí cosas nuevas. Me encantó el ambiente, me sentí en familia”.
Vilma Benitez (26), artesana de la parcialidad Guaraní Ñandeva, comunidad Ñu Guasú, ubicada en el departamento de Boquerón.
“En este campamento aprendimos y vimos muchas cosas nuevas. Me gustó mucho la observación astronómica, porque algunas veces miro arriba y quiero saber qué hay ahí. Me gustó mucho compartir con todas estas mujeres”.
Tania González (28), de Colonia Independencia, departamento de Guairá.
“Super todo, el ambiente, la gente, el lugar y todo lo que hay. Legalmente lo que más amé fue que no hubo diferencias, todas nos sentimos iguales”.
Claudia Fariña (26) de Ybycuí, departamento de Paraguarí.
“El Chaco me mostró su mejor cara. Siempre escuché que hace demasiado calor, pero yo quiero volver al Chaco, para mi esta semana quedó corta. Aprendí mucho de la cultura de las compañeras indígenas, me enseñaron cosas especiales y valoro este intercambio cultural”.
Araceli González (29), Asunción.
“Es de las experiencias más lindas y desafiantes que tuve hasta ahora. Fue maravilloso estar juntas y hablar de cómo podemos usar los senderos como herramienta de conservación de biodiversidad, hablarlo desde el punto de vista del ecoturismo, de senderos inclusivos y de escuchar a las comunidades indígenas”.
En los senderos la conservación y el turismo caminan juntos
En la actualidad se considera que el sendero es una de las mejores herramientas de conservación, porque es una de las actividades que menos impacta sobre el ambiente. Se trata de un ejemplo de cómo las comunidades locales, la recreación al aire libre y la conservación ambiental pueden beneficiarse mutuamente.
A diferencia de otros países de la región, Paraguay todavía no cuenta con una red de senderos. Sin embargo, en noviembre del año pasado se fundó la Red Paraguaya de Senderos, como un primer paso para pensar en la sostenibilidad del ecoturismo en nuestro país.
Más información sobre el parque
Parque Nacional Teniente Agripino Enciso, fue creado en 1980 por decreto Nº 15.936 y tiene una extensión de 40.000 ha. Se encuentra a unos 630 kilómetros de Asunción, en el departamento de Boquerón, se caracteriza por exóticos paisajes que custodian especies protegidas de la flora y fauna de la región así como rastros de la contienda chaqueña.
Entre arbustos, matorrales y árboles como el samu’u, algarrobo, aromita o tuka, coronillo y quebracho blanco, habitan diversas especies animales como yaguareté, puma, tapir, taguá, tirica, ocelote, jaguarundi, zorrino, oso melero o kaguare, venado, armadillo, mono de la noche, kure’i y pichiciego. Además de los mamíferos, en los alrededores es posible apreciar aves, reptiles e insectos como buitre o yryvu, ñandú, loro, tujuju cuartelero, charata, serpiente de cascabel, caimán o jakaré, teju guasu, tortugas, araña pollito, mosquitos y mariposas.
Este parque es un cuartel refaccionado y dispone de infraestructura administrativa básica, equipo de guardaparques, opciones de alojamiento y camping. Las personas interesadas en visitarlo deben realizar una solicitud al Ministerio del Ambiente.
Fuente: Parque Tte. Enciso, monumento natural al heroísmo
*𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘢𝘵𝘦𝘳𝘪𝘢𝘭 𝘧𝘶𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘥𝘶𝘤𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘰𝘨𝘳𝘢𝘮𝘢 𝘝𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘈𝘤𝘤𝘪ó𝘯 𝘊𝘭𝘪𝘮á𝘵𝘪𝘤𝘢 𝘑𝘶𝘴𝘵𝘢 (𝘝𝘈𝘊), 𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘗𝘢𝘳𝘢𝘨𝘶𝘢𝘺 𝘱𝘰𝘳 𝘞𝘞𝘍-𝘗𝘢𝘳𝘢𝘨𝘶𝘢𝘺 𝘺 𝘍𝘶𝘯𝘥𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘈𝘷𝘪𝘯𝘢.